Dos enamorados ven dos cielos a la vez. Si sueñan, sueñan dos veces, si viven duplican la vida y si aman multiplican el milagro de amar en algún lugar del cosmos. Si aspiran los amantes el perfume de la flor, el mismo perfume y la flor se convierten en dos. El canto de las aves lo escuchan dos veces. Juntos, el frío y la tristeza son medio frío y media tristeza a la vez. El mismo inmenso cielo está creado por tu sueño de amor junto al sueño del otro ser amado. Tu afán y el de quien amas se convierten en un mismo afán. El sueño inmenso de ese mismo mundo -pasajero como la primavera- que escribimos junto al Creador. Porque creando el amor, creas la vida entera en el cosmos como lo hizo el “Big Bang” del primer día nuestro Padre. Cuando en su infinito amor creó un mundo anchuroso para que fuéramos a buscar la vida de otros despertares. Así encontraríamos el alumbrado cielo de los enamorados. Y me refiero a los enamorados de la vida. Que pagaron con su propio sacrificio el otro paraíso de su historia. Allá en cuyos dorados celajes vuelan juntas las almas del romance. Porque si no fuéramos dos, no habría un segundo cielo para volver a amar…
El otro cielo de los enamorados
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