Es la flor del corazón, roto capullo. El botón o capullo en la rama suele romperse para que surja de él la flor bella, sublime y perfumada de la vida. Así nuestro espíritu. Solemos llevar sobre el pecho un capullo de rosa sin abrirse, hasta que se rompe por un golpe de la vida o bajo la tenue lluvia de tus ojos. Siempre se llora al nacer, pero después reímos de felicidad al descubrir el infinito amor que estaba en ti. Como la flor escondida en el botón, que se abre triunfal en la rama de la vida. Nuestra alma también es como el fruto maduro y perfumado al cual es necesario que hiera el azar para que surja de él la miel y su dulzura. Es así como suele herirnos la existencia o el destino. Todo para dar al mundo nuestro escondido y sagrado néctar. Así vamos por el sendero de los años, del tiempo vivido y por vivir. Viendo en las ramas del rosal romperse los botones, para que sus nuevas flores se abran al infinito. O que la daga de la suerte hiera los frutos maduros de la arboleda humana para liberar su miel.
La flor del corazón, roto capullo
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