En la noche del jardín me volví rayo de luna para alumbrar tu sueño en la ventana. La magia de amarte me tornó claridad. En la selva profunda me volví río para bañar tu cuerpo. Fue el hechizo de amarte el que me hizo caudal. El silencio del mundo me hice viento para decir tu nombre. Así el encanto de amarte me volvió rumor y promesa. Y cuando tú dormías me transformé en sueño para cerrar tus ojos. Fue de nuevo el sortilegio convertido en dulce ilusión. En otras, me torné en lluvia para verdecer tu sendero. De esa manera el mago creador me volvió chubasco enamorado. Y cuando tú llorabas la nostalgia, el amor me hizo pañuelo de nube para secar tus lágrimas. Otra vez por el embrujo de quererte. Para decir que te amaba, me convertí en poema. Escrito en el aire, en mis labios, en mi fugaz confesión. De igual manera, la magia del romance me hizo vals para abrazar tu cintura y pegar así mi corazón al tuyo. Cuando la vida nos apartó alguna vez me convertí en distancia para vencer la ausencia. Igual, devine en velero para alcanzar tus mareas. Así fui hombre y velamen. Para estar siempre junto a ti me convertí en abrazo para no dejarte; en desvelo para tus noches de frío; en ala para el vuelo de tu risa. Mañana, cuando mueras, me convertiré en estrella para brillar contigo. Allá en el vasto cielo de la magia de amarte.
La magia de amarte
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