Una empresa mundial está convirtiendo las cenizas de la persona amada en diamante. Su valor oscila alrededor de los diez mil dólares. La gema puede ser llevada como una joya personal por el deudo, o guardada en una urna de cristal. La fábrica de diamantes de carbón ha tenido hasta hoy un éxito rotundo con su producto, basado en la más moderna alquimia en memoria del amor leal. A la vez este prodigioso suceso nos revela que al final de la vida, lo único que queda de nosotros es el valioso brillante que un día fuimos, sin saberlo quizá. “Polvo eres y al polvo volverás” dice Génesis. En este caso diríamos: “Polvo, cenizas y diamante eres y en eso te convertirás”. En conclusión, somos el cristal, diamante de la creación, si de nuestras cenizas producen una amada y valiosa piedra para quienes han perdido al ser amado. La misma palabra “Cristo” nos sugiere al divino cristal de la Anunciación. En otras palabras, somos preciosos brillantes del Divino Orfebre. Nacidos de sus manos de orfebre, creador de sueños, gemas y cristales. “Puso en manos de un joyero una pieza de oro puro y, al poco tiempo, el orfebre le entregó una hermosa corona” -dice un antiguo escrito. El mismo orfebre estelar que nos creó hace lo mismo contigo, como la más fina y reluciente joya, resplandeciendo acaso en algún lugar de las constelaciones o en el fondo de un corazón. Es así como la piedra preciosa que ignorábamos ser es lo único que queda después de todo. Ya sea en un luminoso escaparate o en la memoria del ser amado.
Hacen diamante tus cenizas
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