Es el gran mago y encantador del cosmos, creando en su debut la vida. El fuego de todos los soles y todas las estrellas. Haciendo, pues, surgir la hierba, la hoja, el hombre, la flor, el pajarillo en el viento feroz, la aurora del deseo. Así va por el mundo el mago de salón o el ilusionista circense. Así vive en nosotros el otro encantador desconocido: el mago interior. Aquel que -al igual que el mago universal- sueña cada día al despertar volver a crear la vida de su sueño y de su amada utopía. Todo mago tiene que renovar su espectáculo y sortilegio. De la misma manera, querido lector, querido aprendiz de mago del amor, cuando tu show ya no asombre al público fugaz que llegó a tu función, alza los ojos hacia arriba y busca en la profundidad de los cielos o de tu propio corazón. Allí encontrarás la magia que ha de devolver la vida a tus sueños, a tus rosas apareciendo del aire, a tu olvidada canción que tornará en el viento… Volverás a ser mago de tus más queridas ilusiones. Y volverás a vivir… ¡Yo sé que volverás a vivir…! Porque los sueños son para el alma, como el aire, como el sol, como la suave lluvia que hace renacer la hierba. La misma verde llanura que hará brotar con su vara mágica el mago interior, para crear otra vez la felicidad. Aquí o en los confines del infinito y la historia.
El mago interior y el de las estrellas
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