Una grácil danzarina aparece dormida sobre el piso del salón. La voz del Mago Azar se oye al fondo de la escena: “Soy el Encantador de Estrellas y Señor del Imposible. Porque olvidar el amor y la felicidad es imposible. Ya no hay más ilusiones que vender. No quiero -agrega, dirigiéndose a la audiencia- que aplaudan al final de mi acto fabuloso ya que pueden despertar un sueño eternamente: el brillante Talismán de mi embrujo. Un día al despertar, esta joven bailarina creerá que todo ha sido un sueño, producto de su fantasía. Y ustedes -los espectadores que nunca volverán a escena- serán también sólo ilusión. Porque fueron -como todo- parte del mismo acto encantado del Ilusionista. No aplaudan, pues, ni rían, ni se burlen del destino. Tampoco tiren tomates a los etéreos cirqueros ya que pueden errar el tiro y golpear su corazón. Es mejor que callen para siempre y dejen soñar el alma dormida de aquellos que -a pesar de todo lo imposible- nunca perdieron sus más caros anhelos. Dejen que sueñe su ilusión, para que al despertar vuelva a surgir como por encanto la dicha amar. El Amor, único y verdadero Mago del Circo de la Vida. Los demás, somos farsantes ilusionistas del destino. Tan sólo adivinos de salón, que al final del proscenio perdimos nuestra magia y nuestra estrella”. Diciendo eso se esfumó en el vacío. <palabrasbalaguer.facebook.com>
El sueño de un talismán
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