Fue el payaso “Primavera” –que para entonces ya era “Otoño”- el que anunció al último cantor de la función. El calor sofocaba los ánimos y los aldeanos se volvían más apasionados, tiernos y violentos, dulces y crueles a la vez. Fue aquel verano seco y sin lluvias el que pasó de largo por la comarca. Al igual que pasó todo -al fin y al cabo- como pasa el tiempo imaginario de una flor. En este caso el breve espectáculo de Trovador, que cerraba con su acto la última función sobre la arena. “Hola –dijo a Talismán. ¿Tú eres la bailarina que vuela?” “Creo que sí –respondió ella. No estoy segura… Lo que vivo en el aire sólo es parte del acto de mi feliz locura. El viejo delirio por el que a cambio -cuando niña- negocié mi vida. Imagina: ¡Dar a un mago impostor mi vida por el truco de salón de un vuelo de engaños! No sé cuándo el Cobrador de Sueños vendrá hasta mí a saldar cuentas. Cuando los espectadores me vean caer desde lo alto -como cae una estrella o una hoja seca de otoño. Todo, después de alcanzar las alturas, danzando en el aire mi última rapsodia. Como se borran los sueños al despertar, rompiéndose ante tus ojos…” Trovador le contestó: “Creo que -después de todo- hiciste un buen trato. Sabes que en el mundo muchos dan la vida por nada o por algo estúpido y cruel como es la gloria y la guerra. Cuando lo más hermoso del mundo es darlo todo por tu sueño, por lo que más ames y desees de la vida…” (X)
El último cantor de la función
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