Con el tiempo “Talismán” -danzarina del viento- se dio cuenta que habitaba un mundo extraño, que -en realidad- parecía durar sólo un día. O quizá el breve instante de su danza. Todo ello porque -escondida en las sombras del anochecer- llegaba la caravana circense con sus fantasmales carros a inaugurar la feria y –de igual manera—desaparecía al irse unos días después. La felicidad del circo y de su danza era efímera como el mismo vuelo de las mariposas viajeras. Esto lo supo caminando el llano, cuando descubrió la edad de las cosas: La flor, la brisa, el alba, las abejas, los pájaros, las estrellas… ¡El mismo amor! ¡Todo duraba tan sólo un día! O acaso unos pocos amaneceres. Ello, a pesar de brillar eternamente -en su ilusorio mundo- el Arco de los Mil Años. El mismo que en realidad tenía la misma edad de aquella breve Creación. Mientras ella volvía a danzar junto a los bailarines de su maravillosa soledad, Trovador cantaba al fondo de la escena: “En el mundo de un día las cosas vivían solamente hoy. No existía el ayer ni el porvenir. Un momento duraba la dulce eternidad.” Nada estaba escrito en el aire. Tan sólo el vuelo de sus ilusiones. Era, pues, la breve danza de su sombra que -por igual- le daba por volar. (VII) <palabrasbalaguer.facebook.com>
"Talismán", la breve vida de las mariposas
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