La función teatral de esta noche es muy lejana en la historia del cine y la comedia. Conoceremos a “Charlot”, ese actor desconocido que irrumpirá de pronto en escena. Y, cuando esto ocurra, nos quedaremos perplejos de ver aquella ridícula aparición: un vagabundo y errabundo hombrecito, artista del humor. Es algo insólito verle en el proscenio trágico de la risa y del cine mudo, como un desnudo fantasma. Sin risa, con su usual bigote hitleriano, sus pantalones flojos, el abrigo ajustado, el sombrero pequeño y los zapatos grandes y puestos al revés. ¡Grandes para tan largo camino! Es el paria bufón, caminando el breve sendero de la gloria del cinematógrafo. Como una viviente sátira en la escena fantasma: errante su andar, su dulce locura de vagamundo, buscando el paraíso. “Quería que todo fuera una contradicción” comentó acerca de su atuendo. Y en efecto, se sumergió en la ópera muda de la humanidad, perversa en sus contradicciones: hermosa y miserable, veraz y sofista, amorosa y cruel, sabía y estúpida, severa y ridícula, trágica y cómica, grandiosa y frágil. Como el desconcertante fantasma de la risa y de la burla, en ese desnudo libreto de la comedia humana. <“La Felicidad es Cuento” C. Balaguer-Amazon>
“Charlot”, desnudo fantasma de la risa
.