Por En 1690 John Locke publicó uno de los trabajos más importantes sobre epistemología: “An Essay Concerning Human Understanding”; en dicho documento se definen ideas esenciales como plataforma para la psicología y neurociencia moderna que se desplegarían en los siglos XVIII y XIX.
El punto de partida es que “no hay ideas o nociones innatas” sino abstracciones de sensación e ideas de reflexión, pudiendo ser simples o complejas, así nuestro conocimiento se refiere sólo a nuestras ideas; desde este punto de vista se resuelven los problemas de libertad y voluntad, así como los debates sobre los universales y signos. Efectivamente, estamos ante una nueva concepción de inteligencia sentiente…
Locke distingue distintas formas de obtener afirmaciones verdaderas (es decir, conocimiento) sobre nuestras ideas:Conocimiento intuitivo, conocimiento demostrativo, conocimiento matemático y conocimiento moral.
Ahora bien, es nuestro cerebro el que codifica y decodifica la realidad, el que define conceptos y significados, el que interpreta y posibilita la interacción entre las ideas y la realidad; y cada quién desde su realidad cerebral crea una cosmovisión, sistemas ideológicos, sistemas de creencias y sistemas culturales.
En el fenómeno de la plasticidad cerebral, la imitación, el juego, el medio ambiente, la administración de las emociones, lo educativo van moldeando una forma de ser del individuo frente a su realidad; pero, más allá de los adoctrinamientos o creencias ¿es la realidad tal cual es en comparación con otras interpretaciones humanas?
La tradición, la cultura, la religión y sobre todo los sistemas científicos y educativos normalizaron verdades y establecieron definiciones convencionales que deben ser aprendidas; aparecen en escena lo correcto y la verdad, como adecuación de la cosa a la mente; pero al final todo es tradición tradente, todo es contenido curricular, mito, saga…
Nos enseñaron que el azul es el azul, y que dos más dos son cuatro, y la cultura, en base a prueba y error definió lo “mejor” o “más adecuado”, lo culto y lo educado y sus antagonismos; ¿tenemos certeza de todo esto o simplemente lo aceptamos por la lógica de las mayorías?.
Desde hace más de dos mil años estamos en búsqueda de lo ético, de la perfección en el bien-ser o bienestar; unos preocupados por la felicidad, otros por la verdad y muchos por el dinero. Guerras van y vienen, intereses, locuras, megalómanos, nuevos géneros. A todo esto le llamamos diversidad…
El entendimiento parece ser la facultad de la mente que permite aprender, entender, razonar, tomar decisiones y formarse una idea determinada de la realidad. En una época cosmocéntrica, la naturaleza fue la clave de todo; luego la religión en el mundo medieval y teocéntrico cambió la reglas del juego (fides quaerens intellectum); y llegamos a la ilustración antropocéntrica para descubrir que todo lo anterior no era verdad.
Parece ser que nuestro entendimiento humano va evolucionando; y ahora estamos en los albores del “Metaverso” una realidad cuántica, virtual, que supera las categorías cartesianas y la geometría euclidiana tridimensional. Una especie de teseracto o politopo digital…
En este viaje intelectivo nos cruzamos con el tiempo y el espacio; una métrica inventada por el ser humano en dónde se representan todos los sucesos físicos del universo, de acuerdo con la teoría de la relatividad y otras teorías físicas. También aparecen en el mapa las leyes de la termodinámica, las estequimétricas y muchas formulaciones más que intentan explicar todo o casi todo.
Pero al final, lo más simple y básico es que hay noche y día, hambre y comida, sed y agua, bienestar y carencias, odio y amor; y una cantidad infinita de dicotomías a las que se enfrenta el ser humano. Y lo más absurdo: Vivir para morir, lo cual relativiza todo…
En efecto, nuestro entendimiento administra pautas de supervivencia e intereses para vivir y morir en un lapso promedio de unos setenta y tres años… La vida es como una película larga, donde aparecen muchos actores, protagónicos y de reparto, héroes y villanos, psicópatas y apáticos. ¿Será la realidad un escenario o plató para que cumplamos el rol de vivir?
¿Entendemos todo este entramado…?, ¿sabemos sobre la razón y sentido del entendimiento?, ¿entender por qué y para qué?. Parece ser que entender es descifrar, decodificar, diseñar soluciones o resolver, una tarea cognitiva y emocional, en función de la alteridad, por qué parece que somos y nos descubrimos en los demás, en los otros. Así, el entendimiento también es una herramienta de comunicación, lenguaje y resolución de problemas humanos.
¿Pero somos humanos lo humanos u otro tipo de sujetos o realidad…?; será que nuestros ancestros y tradiciones decidieron quienes somos, probablemente contaminados por ideas míticas, mágicas o religiosas.
Probablemente no tengamos idea de qué o quienes somos, y es la realidad lo que creemos o también la inventamos, como muchas cosas más. Pensamos y existimos, inventamos cosas y teorías, somos una máquina fisiológica muy sofisticada; sólo el ojo humano es una pieza de ingeniería genética y anatómica casi irreplicable. Somos un misterio que busca entender…
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Investigador Educativo/opicardo@asu.edu