George Orwell nos demostró en su obra de ciencia ficción, “1984”, los rasgos más terribles de un régimen totalitario. Mucho de lo que se describe en su libro tiene grandes semejanzas con lo que está aconteciendo en El Salvador bajo el régimen de los Bukele. La policía del pensamiento, por ejemplo, es comparable con lo que está sucediendo en cuanto a espionaje por medio del software Pegasus y con la reciente reforma al Código Procesal Penal (CPP) que instaló la figura de agentes digitales encubiertos. El régimen quiere vigilarnos, saber qué pensamos y, en todo caso, el objetivo final es neutralizar a cualquier persona crítica.
En “1984”, Orwell nos plantea una Policía del Pensamiento que por medio de unas máquinas llamadas telepantallas, a través del micrófono integrado que tienen estos dispositivos, los agentes policiales pueden escuchar y grabar conversaciones que sostengan personas que estén cerca de dichos aparatos. Tras las reformas al CPP que los diputados serviles al régimen aprobaron este pasado 1 de febrero, no solo se creó la figura de los agentes digitales encubiertos, sino que también se les deja una puerta abierta a esos agentes, y es que, sin autorización judicial alguna, podrán intervenir los dispositivos móviles de quienes ellos consideren un blanco de vigilancia. Ahora, cualquier ciudadano crítico al régimen podrá ser espiado por la policía del pensamiento de Bukele.
“Crimentales - thoughtcrime”
La novela de Orwel nos introduce el concepto de los crimentales. Estas son personas que sostienen pensamientos contrarios al partido único del gobierno, siendo estas acciones intelectuales o mal-pensamientos completamente intolerables para el régimen. La realidad salvadoreña no se aleja de esta ficción. Tomemos en cuenta que una de las razones de fondo por las que el Bukelismo decidió instalar ya su propia Policía del Pensamiento es porque no toleran ninguna idea que sea contraria a su proyecto político/autoritario. Los crimentales son ya parte del escenario político de este país, representando una amenaza para el régimen y un atentado contra nuestros derechos humanos, la privacidad ciudadana e individual ya está siendo violada.
Todo este aparataje, que poco a poco el régimen está levantando para intimidar a sus críticos, busca intimidar la independencia intelectual. Esto nos demuestra que los rasgos dictatoriales no solo se encuentran en aquellas acciones duras con las que Bukele ha arremetido contra las instituciones y el Estado de Derecho salvadoreño, sino también en estas otras acciones que son tácticas y pensadas en el futuro para neutralizar a cualquiera que represente una amenaza o simple incomodidad para sus planes. Nos es poca cosa lo que ha sucedido con esta reforma al CPP; a sabiendas de que con el secuestro de la Corte Suprema de Justicia y su Sala de lo Constitucional, también con los jueces impuestos por el régimen al igual que su Fiscal General, ahora también, por medio de su Policía del Pensamiento, podrán introducir sus “delitos digitales” basados en la lógica de los crimentales, y siendo esto así, ¿qué garantías hay para cualquier persona crítica que sea sometida ante este sistema?
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Es curioso también que cuando una reforma de este tipo sucede y la gente crítica alza su voz es víctima de ataques digitales que provienen del anonimato. Existen búnkers digitales para atacar a la ciudadanía crítica y ahora también existirán policías digitales para neutralizar a esa misma ciudadanía. Solo hace falta que la propaganda del régimen instale rótulos con el lema: “El gran hermano te vigila”.
Estamos frente a la mitad de la gestión de este gobierno y, en definitiva, toda la propaganda más las acciones antidemocráticas de las que hemos sido testigos hasta este momento nos indican que este es solo el inicio para este régimen. Ellos mismos reconocen cuál es la ruta que podría poner fin al Bukelismo: la ciudadanía organizada capaz de abrirle los ojos al resto de la sociedad. Es por ello que llevan a cabo este tipo de acciones, como lo he repetido varias veces, para neutralizar a sus críticos. Ante esta realidad, así como en “1984”, hará falta crear una hermandad de conciudadanos dispuestos a resistir ante estas acciones, pero sobre todo capaz de regenerar espacios de crítica que vayan poniendo fin al poder del régimen. Convertir lo implacable en algo vulnerable. Despertar del letargo y actuar desde un bloque amplio y transversal que ponga fin al régimen.
Comunicólogo y político