En nuestro país se ha escrito mucha historia, por medio de la sangre de hermanos que no han tenido la oportunidad de defenderse o de expresar su deseo de superación. Por cada cipote que se va del país, existe uno que sonríe al amigo que se va, tratando de que ese último recuerdo le permita soñar con el viaje del mañana.
¿Por qué irse del terruño? La decisión se torna fácil cuando los pies del soñador están llenos de llagas encerrados en zapatos pequeños, con un padre ausente o déspota, con la escena diaria de la madre que llora o protege al que no está; en fin, son momentos cotidianos para los salvadoreños o para hogares de Centro América, los cuales marcan con fuego de experiencia a las mentes de la juventud de un país.
Las migraciones forzosas o las ilegales suelen confundirse según el interés del gobierno de turno, pero los que hemos estado de cerca con los que se van entendemos que dentro de un país hay migraciones forzosas cuando nos mudan hacia otra región dentro de la Patria, porque la delincuencia azota la zona de nuestra convivencia, a tal grado que se vuelve insoportable el estar en un lugar; así lo hemos visto en diferentes tiempos en El Salvador, si no basta con recordar el caso de Caluco o el secreto a voces de algunas áreas de San Salvador; también a este movimiento poblacional le llamamos desplazamiento forzado, mismo que se ha dado en la década de los 80 por la situación de guerrillas y hoy por controles de crimen organizado.
Luego vemos las migraciones ilegales como las caravanas que suelen tener impacto amarillista, pero más conocidas por las familias salvadoreñas, son los desplazamientos a países extraños que ofrecen tranquilidad, seguridad y algún trabajo despreciado por los propios de la nación meta, los que permiten que nuestros cheros tengan un trabajito que les garantiza los primeros dólares o, como se ve ahora, los primeros euros para ayudar a los familiares que no pudieron volar.
Pero ¿por qué se van? La respuesta es altamente variada debido a que en un país del Tercer Mundo como el nuestro, todavía se discrimina a los nacionales debido a que se ofrecen salarios dignos de “esclavos libres”, los cuales se basan en la complicidad que hubo entre algunas empresas privadas y el gobierno, pero también se van, porque en este pedacito de mundo no se ve un mañana protegido o por lo menos seguro para el momento. Aún podemos observar el desprecio con que se trata al nacional cuando se le ofrece un trabajo paupérrimo, solamente para que el nuevo trabajador sobreviva; si no veamos cuántos médicos, abogados, ingenieros o enfermeros/as, aceptan trabajos solamente para ayudar a su familia ¿es justo eso?
Agreguemos a la fórmula la sonrisa siniestramente interesada de los políticos que están preocupados por señalar los errores de los gobiernos de turno, sin propuestas reales para que nuestro Chambita deje de pensar en el sueño americano o europeo. El Salvador aún sigue siendo la mejor inversión. Si me dejan tengo mucho que comentar.
Abogado.