.Es un tópico que los jóvenes hoy día son muy frágiles, anímicamente hablando, porque difícilmente toleran que se los critique, no respetan valores como la experiencia y el compromiso y que se frustran fácilmente. También se dice que son más solidarios, que se preocupan más de temas como la salud y la ecología, y que tienen un alto respeto por la diversidad. Por esto y por otras características (reales o imaginarias), no falta quien los haya etiquetado como “post millenials” o “generación de cristal”.
Se ha vuelto también un lugar común que parte del “problema” está causado -entre otros factores- por la sobreprotección de sus padres, por la carencia de hermanos y hermanas que moldeen su carácter y por la falta de relaciones en el mundo real debido al mundo virtual. De modo que algunas consecuencias de lo anterior serían que -engrosando la lista- son indecisos, no asumen responsabilidades y son incapaces de prestar atención a lo que requiere cierto esfuerzo mental para ser comprendido.
Eso es el relato. Ahora bien, ¿qué dice el dato?
En noviembre del año pasado se realizó un sondeo en España, México, Chile y Brasil; en el que mil seiscientos jóvenes de edades comprendidas entre quince y veintinueve años respondieron a las preguntas de la encuesta.
Concretamente, se les cuestionó sobre ocho tópicos: valoración de la salud mental, sensibilidad respecto a los problemas sociales, autoestima, consideraciones sobre la diversidad, tolerancia a la crítica y a la frustración, actitudes ante la cultura del esfuerzo y autonomía en la toma de decisiones.
Los resultados son sorprendentes para quienes habían “comprado” el discurso de “generación de cristal”, pues según los hallazgos de la investigación en los cuatro países más del 39% reconocen que la salud mental es importante, pero menos del 20% están de acuerdo con que carecen de autonomía para tomar decisiones, alegando que, en todo caso, viven en una cultura en el que todo el mundo te dice qué tienes que hacer y ellos se rebelan ante esto.
En lo que sí está una mayoría de acuerdo, es en que son condescendientes consigo mismos y críticos para con los demás… pero esto, si somos sinceros, no es una condición juvenil sino común a todas las personas, independientemente de la edad que tengan.
Paradójicamente, teniendo en mente aquello de que son respetuosos por la diversidad, los resultados en los cuatro países insinúan que los jóvenes aceptan sin muchos remilgos la violencia, y particularmente la violencia de género (llega al 57% quienes consideran inaceptable este tipo de violencia, en contraste con el 77% de adultos la rechazan). Sin embargo, esto no es óbice para que en Brasil el 65% se vea retratado como sensible a las injusticias sociales, en México el 40%, y en España otro tanto.
En resumen: los datos recogidos y las suposiciones previstas antes de la encuesta coinciden en algunos casos, pero en la mayoría difieren de manera importante, lo que nos lleva a una conclusión que quizá puede ser aceptada con más facilidad: nunca como hasta hoy hemos tenido tanta información sobre personas particulares (vía las redes sociales, principalmente), sobre lo que piensan, desean, persiguen y defienden… Y quizá por ello habrá que sopesar los juicios y las inducciones que se hacen al respecto, y no confiar tanto en impresiones y ocurrencias.
En esto, como en todo, habrá que pararse a reflexionar antes de publicar conclusiones apresuradas, pues a fin de cuentas estamos hablando de una generación que se escandaliza ante comentarios políticamente incorrectos como lo ha hecho, por ejemplo, ante los posts machistas, homofóbicos, misóginos y antivacunas de Andrew Tate; pero que al mismo tiempo apoya la cultura de la cancelación, el ataque público (o defensa, depende el punto de vista) de Shakira contra Piqué, y que no tolera comentarios discriminatorios (mientras, claro está, no sean ellos quienes los hagan).
Ingeniero/@carlosmayorare