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Nuevamente… los docentes

“El trabajo del educador es enseñar a los estudiantes a ver la vitalidad en ellos mismos” (Joseph Campbell)

Por Óscar Picardo Joao

Por más que copien e implementen modelos educativos exitosos o se implante modas pedagógicas con énfasis en lo emocional, primera infancia o neurociencias, si no se dignifica y mejora la situación docente nada va a funcionar.

Llevamos décadas repitiendo fracasos financiados por presupuestos nacionales, más otros millonarios fondos de préstamos o cooperaciones de USAID, Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo, JICA, GIZ, UE y muchos otros cooperantes. Los resultados están a la vista, no mejora ningún indicador educativo de calidad o cobertura, y la escolaridad promedio avanza por ósmosis…

La única hipótesis que no han promovido las autoridades educativas ni los consultores de los organismos internacionales, pese a que ha aparecido en todos los planes “estratégicos” educativos, es la dignificación docente: atraer y retener a los mejores estudiantes para lograr docente comprometidos y de calidad.

Revisemos: el Plan Decanal (1994), Desafíos de la Educación para el nuevo milenio (1999), plan nacional educativo 2021 (2004), plan vamos a la escuela (2009), plan El Salvador Educado (2014), Plan Cuscatlán (2019), Plan Torogoz (2020); en todos está la promesa incluida de dignificar los docentes, pero no deja de ser una idea imaginativa y decorativa que debe estar en los documentos aunque no se cumpla.  

Recientemente El Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación (LLECE)  y la oficina de OREALC- UNESCO presentó el webinario “Fortaleciendo la profesión docente: resultados estudio ERCE 2019, encuesta profesores ALC”, logrando una excelente caracterización que describe la situación docente latinoamericana. A grandes rasgos, este es el perfil:

Más mujeres que hombres ejerciendo la docencia. 46 años edad promedio. Poca antigüedad (5 años). Contratos estables. 70% de los docentes con contrato exclusivo. 80% con título docente de 4 años en promedio. Formados presencialmente. Limitada actualización pedagógica. No participan en redes colaborativas. La mayoría volvería a ser docente pese a los bajos salarios y limitado reconocimiento social. Limitada valorización social. No existe buena relación entre docentes. No reciben apoyo de los directores. 1/3 trabajan en aulas desafiantes y 70% de las aulas son disruptivas. Existe algún tipo de violencia en el 25% de las aulas. Creen que la repitencia favorece el refuerzo escolar. La experiencia profesional no se relaciona con los resultados… Es una foto esclarecedora.

Ahora tenemos nueva evidencia, el informe de la prueba PISA 2022, en dónde nos disputamos el sótano con Guatemala, República Dominicana, Paraguay y Camboya, con un score en Matemáticas de 343 en el antepenúltimo lugar, 143 de 146 regiones y países que participaron (81 países y sus regiones); en lectura, escore 365 y lugar 129; y en ciencias escore 373, lugar 135. 

En diversas publicaciones he comparado las profesiones médicas con la docente para entender el fenómeno de la dignificación; sobre todo la apuesta formativa; las características curriculares y el tiempo de formación; y como atraen y retienen a los mejores o peores estudiantes. El modelo es simple, no hay que ir a Finlandia, Japón o Singapur.

De igual modo una excelente gestión docente la podemos encontrar en algunos de nuestros colegios bilingües prestigiosos Escuela Americana, Academia Británica Cuscatleca, Liceo Francés o Escuela Alemana. Su infraestructura y el programa de Bachillerato Internacional o equivalente, nos ayuda a evitar el gasto de ir nuevamente a Finlandia, Japón o Singapur. Algunas de sus claves: Buen equipo de Dirección, Docentes con Maestría y bien pagados, incluso mejor que las universidades privadas. Es que son caros, dirán algunos, ¿sabe cuánto es el costo promedio del estudiante de la escuela pública si incluimos la burocracia del Ministerio de Educación…?; mejor no hagamos cuentas…

Nos gusta estudiar y criticar la profesión docente…; es casi un deporte global, los docentes son la clave de todo y son el sector más analizado y con menos cambios o mejoras. A estas alturas deberíamos saber que las capacitaciones de docentes en servicio han servido de poco y nada, y tampoco las visitas o exposiciones de gurúes o influencers educativos.

Hemos citado muchas veces Dan Goldhaber, concretamente su libro The Mystery of Good Teaching, en dónde explica que lo más relevante en la historia profesional de un docente es lo que no se ve en su hoja de vida: la pasión, el entusiasmo y la mística, lo cual representa un 97 % de los factores que afectan el rendimiento de los estudiantes. El otro 3 % son sus diplomas, grados académicos, capacitaciones, cursos, etcétera. Y esto representa un gran desafío a la hora de hablar y evaluar a los docentes.

Los resultados de casi todas las pruebas estandarizadas nacionales e internacionales serias, durante no menos de 20 años, nos han repetido cuál es el diagnóstico o problema: “Nuestros estudiantes conocen, pero no comprenden ni aplican lo que saben…”; estamos frente a un fenómeno de doble vertiente: a) Por un lado, un modelo pedagógico sin enfoque filosófico de la educación; y b) Por otro lado, la ausencia de espacios de experimentación o laboratorios.

No olvidemos que en los años 90, nuestros docentes “conductistas” en menos de una semana de capacitación pasaron a ser “constructivistas”; aprendiendo cuatro principios o ideas: 1) El estudiante es el centro de todo y constructor de su aprendizaje; 2) Los nombres de Piaget y Vygotsky; 3) La experiencia del estudiante es importante; y 4) Realicen trabajos grupales.  

Si hoy vamos a una escuela pública o a un instituto nacional y hacemos las siguientes preguntas a los docentes podemos encontrar pistas del problema: ¿Tienen un documento de currículo nacional o programas de estudios de las materias?, ¿saben cuál es el perfil de ciudadano que formamos y cuáles son sus características?, ¿podrían citarme qué libros de texto utilizaron en su formación docente?, ¿cuál es el enfoque filosófico de su modelo pedagógico y didáctico?, ¿qué sabe de la formación del símbolo en el niño (a) y su proceso de plasticidad cerebral?...

Una cosa es dar clase o atender un grupo de estudiantes durante 50 minutos y otra muy distinta es enseñar y aprender; el debate sobre el modelo “bancario” sigue vigente, mientras el rol y la autoridad del docente se deteriora aceleradamente frente a una jauría de padres y madres y proteccionistas que buscan una vida más fácil para sus hijos, con pocas tareas y exigencias, centrada en una experiencia afable y confortable. Recordemos que “No hay escuela igual que un hogar decente y no hay maestro igual a un padre virtuoso” (Mahatma Gandhi). Los primeros maestros que definen el carácter de un niño (a) son los padres y madres, luego la escuela complementa y profundiza. Debe haber una articulación profunda entre el hogar y el centro educativo.

No dejemos que los docentes se transformen profesionales del entretenimiento, mediando entre los contenidos de las redes sociales y los intereses superficiales de los estudiantes. No olvidemos que “El objeto más noble que puede ocupar el hombre es ilustrar a sus semejantes” (Simón Bolívar).  

Disclaimer: Somos responsables de lo que escribimos, no de lo que el lector puede interpretar. A través de este material no apoyamos pandillas, criminales, políticos, grupos terroristas, yihadistas, partidos políticos, sectas ni equipos de fútbol… Las ideas vertidas en este material son de carácter académico o periodístico y no forman parte de un movimiento opositor.

Investigador Educativo/opicardo@uoc.edu

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Educación Opinión

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