En teoría, la burocracia se podría definir como un conjunto de actividades “racionales” y trámites que hay que seguir para resolver un asunto de carácter administrativo; no obstante, el concepto posee una acepción peyorativa, ya que el oficio de los “bureau” terminan inclinándose hacia el uso de la “cratos” como herramienta coercitiva para complicar la vida a los usuarios en función de la inmadurez y el control.
El término burocracia aparece en los aportes del economista francés Vicent de Gournay como una crítica a las políticas practicadas por la monarquía absoluta a mediados del siglo XVIII. La concepción moderna e ideal de burocracia la aporta Max Weber en su obra Economía y Sociedad (1921). Pero a pesar de los paradigmas contemporáneos y teorías de la Nueva Gestión Pública, la burocracia sigue siendo un estigma de ineficiencia y corrupción del Estado y de los gobiernos.
Si hay algo que caracteriza el tercermundismo en su esencia es el uso recurrente de instrumentos de verificación anacrónicos, medievales y preindustriales: Firma, sello y fotocopia. En efecto, la burocracia es un constructo que se alimenta por procedimientos y procesos con poco sentido práctico y de eficiencia, y a cada instante está solicitado firma, sello y fotocopia, a modo de patentizar una cultura obsoleta y anacrónica.
Pero además, la burocracia es madre de la corrupción… En la Venezuela de los años 80, la tramitología excesiva fomentó un sistema de corrupción enorme, que vendía servicios públicos paralelos bajo dos criterios: “Chimbo” o “Chimbo legal”, el primero más barato que el segundo, el trámite “chimbo” todo era falsificado; pero el “chimbo legal”, que puede traducirse como “ilegítimo legal” o “corrupto legal”, es decir un trámite sin burocracia pero avalado con las firmas legítimas de las autoridades. El menú era muy amplio: títulos universitarios, licencias de conducir, permisos para portar arma, trámites migratorios, solvencias de Hacienda, todo tenía su precio.
En un escenario de transformación digital, el uso de firma electrónica, códigos de barra, código QR, proximidad o blockchain, son algunas de las herramientas tecnológicas que eliminan los estancos de la burocracia para optimizar los procesos.
Muchos de los trámites públicos o privados y de transacciones suelen estar atascados de firmas, sellos y fotocopias; en las fronteras, procesos de importación y exportación, solvencias, asuntos académicos, entre otros sectores, no se cansan de solicitar y emitir documentos que alimentan una burocracia absurda y llenan los archivos y bodegas con documentos inútiles e inservibles.
Unos ejemplos sencillos: En países desarrollados uno compra con tarjeta de crédito de proximidad sin más…; aquí, después de pagar hay que firmar y anotar el número de DUI en el baucher; a veces uno envía una carta o documento escaneado en pdf y el solicitante lo pide con firma y sello fresco ¿Cómo distingue una firma digital de una fresca ya escaneada?; cuando se tramita la solvencia en la Policía Nacional Civil, cada vez que haga el trámite hay que llenar una ficha con los mismos datos de siempre y tomar las huellas, y si no han cambiado los datos ni las huellas ¿para que se llenan esas proformas?, sin contar las fotocopias del DUI al 140%, ¿no está toda esa información en las bases de datos?
Además de la burocracia, en no pocos casos hay que lidiar con el “temperamento ocurrente” de los burócratas; es decir la “actitud” de ayudar u obstaculizar los trámites o procesos; caso típico los trámites migratorios en las fronteras terrestres, un día te dan un “papelito”, otro día no te lo dan; a veces hay que llevar fotocopias de los carné de vacunación, otras veces no; a veces un solo punto de chequeo, otras veces dos, tres o cuatro; es como una lotería, no sabes que puede suceder….
Otro extraño caso se da en el mundo universitario: La Dirección Nacional de Educación Superior (DNES) solicita todos los años los datos estadísticos a las instituciones de la Educación Superior; luego el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), solicita cada año los mismos datos con otros nombres; y para finalizar, también la Comisión de Acreditación (CdA) necesita los mismos datos bajo otro enfoque. ¿No sería prudente contar con un solo sistema nacional de datos estadísticos de educación superior?
Incluso la base de datos del Registro Nacional de Personas Naturales (RNPN) debería ser la gran base de datos para todos los servicios públicos de salud, vivienda, Seguro Social, Migración, Centros Penales, seguridad, Hacienda, etcétera, y con tan sólo el DUI todas las posibilidades y oportunidades de servicios migren de modo automático sin andar llenando formularios, sellando papeles y sacando fotocopias.
En el primer mundo, a los minutos de terminar la graduación en una universidad, los nuevos profesionales reciben en su correo su “eTítulo”; se trata de los primeros títulos universitarios electrónicos con Blockchain. eTítulo es una plataforma de emisión de títulos universitarios electrónicos con trazabilidad Blockchain. De manera que permite a los estudiantes recibir una copia electrónica de su título profesional con la misma validez legal de un diploma físico. Las universidades deberían visitar esta pagina y adherirse: https://www.blockchainqualifications.com/
Estamos en una época de Transformación Digital, en la cuarta revolución; época de Inteligencia artificial, automatización, blockchain, no podemos estar viviendo con procedimientos medievales y preindustriales. Generando frenos y estancos burocráticos para satisfacer pequeños sistemas absurdos de poder y control.
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Investigador Educativo/opicardo@asu.edu