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El problema de la planificación educativa

Desde hace años, educamos al garete, ni si quiera tenemos un perfil de ciudadano (Areté), ni los centros educativos poseen un currículo nacional; con suerte, tienen planes de estudio de materias aisladas. En teoría, los centros educativos deberían formar a un ciudadano salvadoreño, es decir, tener una propuesta educativa básica y mínima, que luego se define con los rasgos, características e inteligencias de cada individuo, más los valores agregados que le pueda aportar el propio centro educativo: valores, idiomas, capacidades, etcétera.

Por Óscar Picardo Joao

Después de los Acuerdos de Paz, nuestro sistema educativo ha sufrido un síndrome de “políticas de gobierno” o ausencia de “Políticas de Estado”; efectivamente, la planificación educativa se ha reducido a metas de corto y mediano plazo, y cada vez que finaliza o inicia un quinquenio, es un borrón y cuenta nueva y, volvemos a comenzar.


Iniciamos con El Plan Decenal: Cobertura, Calidad, Modernización y Valores de 1995 (Cecilia Gallardo, Abigaíl Castro de Pérez); luego siguió “Desafíos de la Educación para el nuevo milenio de 1999 (Evelyn Jacir, Rolando Marín); posteriormente Plan Nacional de Educación 2021 (Darlyn Meza); en 2004 se presentó “Plan social educativo Vamos a la Escuela (Salvador Sánchez Cerén, Hato Hasbún); en 2009 “Plan El Salvador Educado” (Carlos Canjura). Finalmente, con el gobierno actual, a falta de uno surgieron cuatro planes: 1) Plan Cuscatlán (el de campaña en 2018), Plan Estratégico Institucional (ex Torogoz de la ministra Carla Hananía de Varela 2019-2024), Plan sectorial de educación 2022-2030, Plan Mi Nueva Escuela (José Mauricio Pineda).


Al analizar todos estos planes educativos llegamos a ciertas conclusiones: 1) Los planes son un mal necesario, se diseñan pero no se utilizan…; 2) La métrica y los indicadores de los planes no importan, si no se cumple un indicador nadie se acuerda o se mueve la cifra; 3) No hay continuidad ni tampoco avance estratégico en los principales temas de calidad, acceso o cobertura, el sistema se mueve por inercia; 4) No hay coherencia entre los compromisos, desafíos o metas con los aspectos financieros; y 5) Los grandes problemas o promesas no son solucionados, léase: a) Dignificación docente; b) mejora la cobertura en parvularia y educación media; c) Calidad de la educación; d) Tasa Interna de Retorno negativa; entre otros.


El de Educación es un Ministerio grande y complejo, compuesto por 1.3 millones de estudiantes, más de 50,000 maestros (as), cerca de 6,000 centros escolares, 41 instituciones de educación superior, cientos de técnicos, con presencia en casi los 262 municipios en los 14 Departamentos. Y lograr alinear estratégicamente las metas y los desafíos requiere tiempo y estabilidad; si cada cinco años cambiamos el rumbo, este gran buque nunca llega a puerto.
Un buen ejemplo para entender la fragmentación de la planificación es el propio caso de un estudiante… Imaginemos un niño que comienza en prekinder en un colegio laico; en primer grado lo cambiamos a un colegio católico; en quinto grado lo trasladamos a un colegio cristiano; en noveno grado matriculamos en un centro escolar público; y pretendemos que se gradúe de bachiller en un colegio bilingüe o en un Instituto Nacional… ¿cuál sería el resultado de este experimento ecléctico con cinco enfoques curriculares distintos?


“Escuela 10”, “Escuela Nueva”, “Escuela Inclusiva de Tiempo Pleno”, “Mi Nueva Escuela”… son modas y caprichos políticos electorales fragmentados que mantienen a la verdadera “Escuela Pobre”…


La mayor prueba del fracaso de nuestra planificación educativa son los propios datos; según la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples 2021: Analfabetismo: rural 15.5%, urbano 6,8%; Escolaridad de país 7.1 (8.1 urbana, 5.5 rural); NINIS (de 15 a 24 años): 296,987 (de 15 a 29) 452,114. Desde 2019 no hay datos educativos confiables, pero tuvimos 23 años de PAES que reflejaba un 50% de logros de aprendizaje y un problema serio y no resuelto de falta de cobertura en preescolar y educación media.


Siempre, perdimos 6 de cada 10 estudiantes… esto es dramático, esos 6 desertores de tercer ciclo y educación media iban a alimentar las filas de pandillas, subempleo y migrantes; y de esos 4 sobrevivientes de educación media, sólo 2 ingresaban a educación superior y sólo 1 se graduaba. En efecto, el pronóstico de éxito de nuestros estudiantes es 1 de cada 10… Leyó bien, 1 de cada 10. La escolaridad promedio de los pandilleros es 7.3 grados y la edad de ingreso a las pandillas es de 13 a 15 años (Cruz, Rosen, Amaya, Vorobyeva, 2017)

Un plan educativo honesto y acorde a nuestras necesidades debería garantizar al menos tres elementos: 1) 1000 horas anuales en cantidad y calidad (cumplir el calendario escolar); 2) Dignificar a los docentes, lo que implica mejores salarios, mejorar la formación y evaluar la eficiencia; y 3) Contar con ambientes escolares y equipamiento para que los estudiantes, conozcan, comprendan y apliquen lo que aprendan.


Pero no basta un buen plan estratégico y políticas de Estado de largo plazo, también se necesita una cabeza estratégica y técnica que entienda a los sistemas educativos; que sepa escuchar y dialogar con todos los sectores; que entienda que es en el sistema educativo en dónde juega el futuro del país.

La planificación estratégica en los sistemas educativos es una herramienta para evitar la improvisación y poseer recursos de contingencia en situaciones atípicas; pero particularmente en el sector educativo, la planificación implica asumir un modelo de pensamiento psicopedagógico para diseñar un currículo que responda a las necesidades culturales, económicas y políticas del país, ¿lo tenemos…?


Desde hace años, educamos al garete, ni si quiera tenemos un perfil de ciudadano (Areté), ni los centros educativos poseen un currículo nacional; con suerte, tienen planes de estudio de materias aisladas. En teoría, los centros educativos deberían formar a un ciudadano salvadoreño, es decir, tener una propuesta educativa básica y mínima, que luego se define con los rasgos, características e inteligencias de cada individuo, más los valores agregados que le pueda aportar el propio centro educativo: valores, idiomas, capacidades, etcétera.


Pero hay otro elemento a considerar, y volvemos a la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples 2021: 35.3% de los niños (as) de 0 a 17 años vive sin alguno o sin ambos padres, un 40.9% viven en hacinamiento y un 27% provienen de hogares en pobreza multidimensional. Efectivamente, la “materia prima” que llega a la escuela es compleja. La realidad familiar de nuestros estudiantes tiene un peso importante en los resultados educativos que podamos obtener y no se debe excluir del análisis. Planificar la educación es un arte complejo de al menos 30 años, pero se debe hacer y sobre todo utilizar…

Disclaimer: Somos responsables de lo que escribimos, no de lo que el lector puede interpretar. A través de este material no apoyamos pandillas, criminales, políticos, grupos terroristas, yihadistas, partidos políticos, sectas ni equipos de fútbol… Las ideas vertidas en este material son de carácter académico o periodístico y no forman parte de un movimiento opositor.

Investigador Educativo/opicardo@asu.edu

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Educación Opinión

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