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Niños atípicos

Débesele al niño, el mayor de los respetos, decía el pensador Juvenal. Y la poetisa y maestra chilena Gabriela Mistral decía: “Niños, después de muchos años, jugad conmigo, con la tierra de mi corazón y de mis huesos. Y cuando hagáis conmigo un montoncito de polvo, pisadlo a cada instante, porque a cada instante me estremecieron los niños, de ternura y de dolor”.

Por Carlos Alberto Saz

El psiquiatra, doctor Bela Seckely, de origen húngaro, pero nacionalizado en Argentina, en su “Diccionario enciclopédico de la psique”, Editorial CLARIDAD, S. A. Buenos Aires, Argentina, julio de 1986, hace referencia a los niños atípicos.


Dice que “Atípico es un término psicométrico usado para referirse al niño que es diferente a la mayoría de los demás”.
Habré de referirme aquí a los niños atípicos brillantes en su inteligencia, en su proceder, en su conducta, en sus ideas; en fin, en sus aspiraciones e ideales.


Hay niños o jóvenes oligofrénicos que sorprenden por sus conductas asombrosas. Por ejemplo, hace cincuenta años en la ciudad de Santa Ana, Napoleón, un joven oligofrénico se podía de memoria las cuatro reglas básicas de la Matemática, y daba sus respuestas de inmediato.


Y en Atiquizaya, departamento de Ahuachapán, a un deficiente de nombre Rodel, le pagaban 10 centavos porque cantara o recitara, y lo hacía muy bien.


Débesele al niño, el mayor de los respetos, decía el pensador Juvenal. Y la poetisa y maestra chilena Gabriela Mistral decía: “Niños, después de muchos años, jugad conmigo, con la tierra de mi corazón y de mis huesos. Y cuando hagáis conmigo un montoncito de polvo, pisadlo a cada instante, porque a cada instante me estremecieron los niños, de ternura y de dolor”.


En el año 1958, el educador argentino, doctor Enrique de Gandía, en el Prólogo del Diccionario del Dr. Bela Seckely, escribe: “El niño debe actuar como ser libre, consciente, nunca instintivo, que sabe elegir entre lo bueno y lo malo, de acuerdo con su conciencia, como un ser responsable”.

Y continúa: “La educación debe ser espiritual y basarse en la noción de responsabilidad. El niño debe saber que es él quien decide y es responsable. El niño debe amarse a sí mismo para amar a los otros y también amar a Dios”.
¿Y a qué vienen estas apreciaciones? Bueno, a la talentosa niña salvadoreña atípica Natalia Alfaro, que a tan solo 7 años de edad escribió su primer libro titulado “La amistad y los amigos”, con el sello editorial de Casa Azul.


Esta niña prodigio -de la que se han referidos los medios escritos- dice que su mayor anhelo, además de escribir, es compartir entre sí, lo que saben, y que juntos aprendan a desarrollar más talentos.


Su mamá, Tatiana de Alfaro, refiere que la niña, desde muy pequeña, demostró habilidades con el lenguaje y la creatividad, y a los 3 años y medio comenzó a leer y escribir por cuenta propia.


Tatiana Alfaro, pues, honra a su escuela y es un orgullo para El Salvador. Apoyémosla. ¡Sí, señor!

Maestro, psicólogo, gramático.

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