Viendo esta semana el despliegue publicitario de las universidades y su amplia oferta formativa para atraer nuevos alumnos, recordé que en mi caso desde los diez años quise ser ingeniero. Un buen día mi madre me dijo: “Usted va a ser ingeniero” y pronunció mi nombre precedido de “ingeniero”. Cuando terminé el bachillerato solo estaba la UES y para estudiar una especialidad en Ingeniería había que ir a Monterrey, EEUU o Europa.
Durante el tiempo que pensaba cómo hacer para estudiar ingeniería mecánica, me comunicaron del ITI que por mis buenas notas me propusieron para una beca en Alemania; la solicité y así emprendí mi viaje un cuatro de enero y el primer reto fue adaptarme al clima con cincuenta grados de diferencia, pues partí del aeropuerto de Ilopango con 36 grados y llegué a Frankfurt con14 bajo cero.
Desde el primer día entendí que la vida no sería fácil y que si se quiere iniciar y terminar una carrera hay que tener mucha fuerza de voluntad, dedicación y trabajar mucho.
Pensando en los bachilleres que están en la fase de decisión, sobre cuál carrera estudiar, mi recomendación es imaginarse en cuál profesión y haciendo qué cosas se ven trabajando en el futuro a largo plazo, haciéndolo con gusto y disfrutando del desempeño y los beneficios para uno, la organización para quien trabajen, la familia y siendo útil para la sociedad.
Cuando cursaba el plan básico nos llevaron a presenciar un juicio en la penitenciaría de San Vicente y al salir me di cuente de que no me gustaría ni ser fiscal ni abogado defensor. En otra ocasión visité a un enfermo en el Hospital Santa Gertrudis y concluí que no sería un buen médico. Decidí entonces continuar en el ITI y desde el primer día me sentí bien entre las máquinas herramientas y me imaginé construyéndolas como ingeniero…
Por lo que me había dicho mi madre, añadiéndole la ilusión por las máquinas, decidí estudiar ingeniería mecánica y mi mente se focalizó en encontrar la solución, que afortunadamente fue una beca para Alemania, que no era nada fácil pues tenía como condiciones aprobar el curso de alemán, las prácticas en tres empresas, el curso pre universitario, cada año en una escuela de ingeniería y un posgrado en una especialidad, que hice en soldadura. Siete años de trabajo que con esfuerzo pude superar.
De ahí, que mi recomendación sobre cuál carrera estudiar para ser un buen profesional es pensar muy bien sobre el futuro a largo plazo y no dejarse influir por las ofertas y promesas de un futuro inmediato y seguro.
Una tía política aconsejaba a sus hijos y sobrinos estudiar odontología porque los dentistas, decía ella, ganan mucho dinero, pero al final sus hijos y sobrinos estudiaron arquitectura, ingeniería y bellas artes.
Cuando me preguntan qué carrera estudiar, respondo cordialmente: yo estudié ingeniería porque me gusta la mecánica y no me ha ido mal, siempre me sentí bien y disfruté mi profesión en las tres empresa que trabajé, hasta decidir crear mi empresa y nunca estudié ni trabajé para ser rico, sino para sentirme bien con lo que hago.
Pues sí, estimados jóvenes, elijan la profesión que les apasione para sentirse realizados y ser útiles para sus familias y la sociedad. Eso sí, desde ya asuman que nada es gratis, ni fácil y deben tomarse el estudio en serio desde el primer día. Si estudian todos los días no tendrán problemas con ningún examen ni las pruebas que les plantee la vida y en este sentido, triunfar, es más ser feliz con lo que se hace que ser rico.
Y si quieren ser empresarios, estudien la especialidad de la empresa que quieren crear, aunque para ser un excelente empresario, no es incondicional un título universitario, sino mucho sentido común y conocimiento específico del negocio. Así son las cosas y mucho éxito.
Ingeniero/Pedroroque.net