El llanto en las personas es una expresión emocional por tristezas, alegrías o sentimientos encontrados. La muerte de un ser querido o de una buena amistad puede provocar lágrimas de dolor. También otros lloran por una buena noticia o por circunstancias placenteras.
El Papa Francisco, al recibir recientemente la visita de una comunidad pastoral llamada “Madonna delle lacrime”, hizo una excelente reflexión sobre las lágrimas de la Virgen María: “seguramente, de sus ojos brotaron lágrimas de alegría cuando dio a luz a Jesús en el portal de Belén y cuando vinieron los pastores y Magos a postrarse ante Él. Y lloró lágrimas amargas, al final, cuando lo seguía en la Vía Dolorosa y cuando estuvo en la cruz. las lágrimas de la Virgen María “son un signo del dolor de Cristo por nuestros pecados, son también signo del llanto de Dios por las víctimas de la guerra que está destruyendo no solo a Ucrania. Seamos valientes y digamos la verdad: está destruyendo a todos los pueblos involucrados en la guerra. Todos”.
La situación dolorosa por la que atraviesa el mundo, a causa de la invasión de Rusia a Ucrania, ha provocado lágrimas de dolor y de impotencia. Hay familias ucranianas que forzosamente han tenido que separarse. La angustia de madres e hijos por la destrucción física de sus hogares ha provocado sentimientos de rabia y dolor incontrolable. ¡cuántos niños en estos momentos pasan hambre y lloran desconsolados! El Pontífice ha dicho que “no hay que tener vergüenza de las lágrimas. No debemos avergonzarnos de llorar, las lágrimas nos enseñan que son una liberación del corazón porque la guerra no solo destruye al pueblo derrotado, no, también al vencedor, destruye también a quienes la miran con noticias superficiales”.
Las miserias de nuestro tiempo deberían hacernos llorar, y como dice Francisco, de ese modo, se podrá seguir “el estilo de Dios” que está lleno de “ternura, compasión y cercanía”.
El sufrimiento humano siempre ha estado presente en el mundo. Cada uno de nosotros ha experimentado alegrías y tristezas, triunfos y fracasos. Hay que seguir adelante. Estamos invitados a no ser indiferentes ante la situación de la guerra que afecta económicamente a nuestros pueblos, sin descartar, las amenazas de una guerra nuclear a causa de los errores humanos.
Como creyentes nos apoyamos en la fe y esperanza de un tiempo mejor. El cristiano cuenta con las armas de la fe. Una plegaria bien intencionada llega al corazón de Dios. El mismo jefe de la iglesia Greco-Católica Ucraniana ha hecho un llamado al mundo para que no ignoren el sufrimiento de la nación ucraniana. “Pedimos ayuda al Padre Celestial para restaurar una paz justa en suelo ucraniano, que el Señor misericordioso nos proteja a todos y corone los esfuerzos de los combatientes con la victoria de la verdad y del bien”.
Es impresionante, y al mismo tiempo consolador, escuchar al Papa diciendo: “El dolor aumenta de día en día como una enorme bola de nieve que va rodando por nuestro universo. Y hay personas que cargan a Dios la culpa de este dolor. Dicen que el dolor es una consecuencia del mal que existe en el mundo y que el mal procede de Dios. Esto no es verdad. De Dios procede el bien, el amor, la ternura, la bondad, todo aquello que embellece la vida humana”.
Nadie niega que el mal existe en el mundo, pero este mal lo tenemos dentro de nosotros mismos. Queremos arreglar las cosas con la fuerza bruta y no usamos la fuerza de la razón y el amor. Si queremos que Dios enjugue las lágrimas del mundo, vayamos a su encuentro e invoquemos a Nuestra Señora de las Lágrimas, Ella lo comprende mejor que nosotros.
Sacerdote salesiano.