¡Hey, hey! ¿Dónde estoy? ¿Qué está pasando? ¿Dónde me han encerrado?
¡Hey, hey! ¿Qué pasa? ¿Por qué está tan oscuro? ¡Sáquenme de aquí!
—Cállate, vos.
—¿Cómo? ¿Hay alguien más aquí? ¿Quién habló?
—Yo hablé, pasmado…a tu derecha.
—¿Y quién sos, cómo te llamas? Yo soy…
—Cállate, imbécil…aquí nadie tiene nombre. No quiero saber ni me interesa cómo te llamabas o cómo te decían.
—Va, pues…¿dónde estamos vos y yo?
— Estamos otros más…yo estoy a tu izquierda.
—¿Cómo? ¿Quién habló? ¿Cómo te llamas?
—Ya te dijeron que aquí los nombres no existen, no valen ni sirven de nada.
—Put…¿desde cuándo estoy encerrado aquí, en esta oscurana?
—Aquí tampoco importa el tiempo.
—Espérense…no quieren que les diga mi nombre, y ustedes no me dicen desde cuándo estoy aquí, en esta negrura. No sean así: es que no me acuerdo. Lo último que recuerdo es que los guardias de la cárcel me estaban pegando, que me pusieron un garrote en la garganta, que me apretaba, sentí que me asfixiaba.
—Pues lo tuyo estuvo al suave, bicho, a mí los guardias me agarraron a patadas hasta que me quedé quieto…y así todavía me seguían pegando: me rompieron las costillas, la mandíbula, me reventaron el corazón a puros pijazos con las botas.
—¡Hey!…¿quién habló? Esa voz es distinta. ¿Dónde estás…a mi izquierda o a mi derecha?
—Y eso qué importa, vato… ¿Te crees el centro del universo?
—¡Hey!…Otro más, ¿cuántos estamos en esta celda?
—¡Ja, ja,ja!
—¿Por qué se ríen, malditos? Esto no tiene gracia. A mí me agarraron los soldados, pero fue por gusto. Yo, les juro, no soy marero, no soy pandillero.
—Ah, vaya, pues ¿y vos crees que sos el único inocente de eso que le dicen “régimen de excepción”? No sé qué diablos es eso, pero igual, a mí me fueron a traer a mi casa, frente a mis bichos, con pura paja que solo un rato debía ir al puesto de policía, pero ahí nomás me pusieron las heladas, me pegaron, me subieron amarrado a una troka, me llevaron a una cárcel, nunca le dijeron a mi hermana donde estaba, y ahora estoy aquí.
—Pues aquí hay de todo: algunos, como a mí, que me agarraron del buche solo porque le caía mal a unos soldados del pueblo…es que les reclamé porque uno de ellos le quería caer a mi mujer.
—Pues así estamos jodidos varios aquí: a mí me agarraron los soldados sólo por cumplir la “cuota” de capturas que le habían encargado al puesto de policía del cantón.
—Y a mí que me agarraron porque dicen que hay una denuncia anónima en mi contra en lo que le mientan redes sociales…pero yo ni me enteré, porque ni celular tengo.
—¡Ja, ja!… ¿y creen que ustedes, muertos de hambre, le interesan al gobierno, al presidente? … yo sí me eché a varios, pero a todos nos metieron aquí.
—¡Ah!…¡Cállense!…que tanta chambreadera que se tienen ustedes.
—¡Callá a tu nana! Y no te digo a tu tata, porque no sabés ni quién es.
—¡Ja, ja,ja!
—¡Hey!…oigo un montón de voces…¿Cuántos estamos aquí, en esta celda?
—Que jodes con la celda.
—¡Hey!… de verdad…¿por qué estamos aquí?
—Porque se le ocurrió al gobierno y ya, vos.
—Porque le caíste mal a alguien.
—Porque sos feo, imbécil.
—Porque sos pobre, tonto.
—¡Hey!…ser pobre no es ni delito ni pecado.
—¡Ja,ja!…pues para este gobierno, sí … sos un estorbo: bueno, sos un daño colateral.
—Daño colateral somos muchos aquí…a los de verdad, los cuida el gobierno…o aquí se quedan callados.
—¡Callados!…que aquí seguimos mandando
—¡Qué va!…Aquí estamos iguales…en este pedazo, sos pandillero, sos civil…aquí todos estamos tochos.
—¡Hey! ¡No sean así!…Yo soy panadero, tengo un hijo chiquito, tengo mujer. ¡Soy honrado!
—¡Ja,ja,ja! ¿y vos crees que eso le importa al gobierno? ¿Crees que el mero mero piensa en vos?
—¿De dónde sos honrado, bicho? ¿De las manos o de las nalgas?
—¡Ja,ja,ja!
—¡Hey!…¿por qué huele tan feo aquí?
—¡Vaya, vé!…ahora alguien se queja de la apestazón
—¡Hay dejalo, vos!…es que es nuevo aquí.
—¡Ah, vaya, pues!… porque no es culpa de uno que los gusanos te estén comiendo: bien raro se siente que esas babosadas están dentro, que andan de paseo por las tripas de uno.
—Ya que hablaste de eso, ¿qué pasó con el pasmado que decía que el estómago le iba a explotar de gases, aquel que olía ya como guaro arruinado?
—¡Aquí estoy todavía!
—¡Hey!…¿qué pasa aquí? ¿por qué hablan de podridos?
¡Hey!…alguien habló en pasado de mi nombre
¡Hey!… ¿por qué no quieren decir sus nombres?
¿Por qué no quieren decir cuánto tiempo ha pasado?
¿Dónde estamos?
— ¿Tan imbécil sos?
—¡Díganme ustedes, malditos! ¡Se los ruego!
—Si serás pend…estás muerto.
Te aventaron aquí porque estás muerto desde hace rato
Bienvenido a tu “celda”, imbécil, a este hotel fino: ¡la fosa común!
—¡NO!… ¡NO!… No es cierto, no estoy muerto.
—Date paja, bicho.
—Pues serías el único vivo después de más de una semana en una fosa común.
—¡No estoy muerto! ¡Y me llamo SALVADOR!
P.D.: En El Salvador, durante más de un año, en el bukelato, el régimen de suspensión de derechos constitucionales ha causado, según denuncias de organizaciones de protección de derechos humanos, la muerte de más de 100 personas bajo la custodia del Estado: eso significa que, mientras la dictadura salvadoreña hace propaganda de días con cero homicidios, en la realidad, aproximadamente 10 personas han muerto mensualmente por acción u omisión de agentes, empleados o funcionarios gubernamentales, al extremo que algunas de las personas capturadas terminan en fosas comunes, sin que le avisen a los familiares.
Abogado constitucionalista.