La frase “pagar el derecho de piso” es una vivencia generalizada en nuestros países, especialmente en mercados pequeños o en contextos empresariales o de oferta/demanda muy reducidos, en sociedades donde faltan las oportunidades de crecimiento sano e íntegro tanto a nivel personal como económico.
Hay muchas personas que aceptan el pago de derecho de piso como un ritual que todos estamos obligados a vivir. En el ámbito empresarial o político “pagar el derecho de piso” se define como la etapa en la cual se contrata a una persona nueva (poco importa si tiene o no experiencia previa), en la cual los compañeros de trabajo más antiguos abusan del nuevo, le hacen burlas y bullying (acoso), le mienten, le juegan bromas de innoble voluntad y le maltratan a veces con toda alevosía, premeditación y pura maldad. Esta cultura del “pago de derecho de piso” es lamentablemente consentida por el novato, quien erróneamente cree que debe soportar todo ese ritual de menoscabo por el simple hecho de “ser el nuevo”. Cuando una empresa o entidad gubernamental o industria acepta como normal “el pago de derecho de piso”, no hay departamento de desarrollo organizacional que pueda proteger al recién llegado en su proceso de adaptación a la institución. Es más, las vivencias de maldad contra el novato son muchas veces planeadas y ejecutadas desde la misma oficina de recursos humanos también.
En el ámbito universitario también hay universidades que no penalizan el “pago de derecho de piso”, y vemos estudiantes antiguos aprovechándose de los alumnos recién admitidos, al punto tal que se les rapa el cabello, se les pierden notas y exámenes a través de los instructores de curso, se les planean picardías y embustes, todo con el fin de humillar y hacer sentir mal al novato en sus etapas iniciales de estudios.
En el ámbito artístico, tampoco nadie se salva del “pago de derecho de piso”. Cualquiera que sea la disciplina artística, usualmente los más antiguos se encargan hostigar y ridiculizar al emergente, quien con toda ilusión llega tratando de hacer lazos de amistad o posicionar su producción artística. Si los que tienen el cuero curtido también fueron víctimas de dicho protocolo, son los primeros en hacer escarnio contra el recién estrenado, quien no tiene nada que ver con la vida de sufrimiento de los más consagrados. Estos últimos disfrutan al vengarse y cobrar factura con las personas inocentes principiantes. Poco importa que los novatos tengan más talento o técnicas más desarrolladas, el “pago de derecho de piso” es el protocolo por seguir para infundir el sadomasoquismo que destruye las ilusiones de los nacientes.
Independientemente del ambiente en el cual se desarrolla la operación de “pago de derecho de piso”, las personas antiguas que lo realizan no solo disfrutan del dolor ajeno; se convierten en victimarios a la enésima potencia. Si el principiante resulta tener más idoneidad e ingenio, entonces el “pago de derecho de piso” es aún más prolongado. Al grado de ser a veces una práctica inhumana, despiadada y cruel. Si el neófito agacha la cabeza sin defenderse, eso despierta a que el veterano continúe atiborrando su morbo de punición.
Lo más duro del “pago del derecho de piso” es su espíritu desgastante anticristiano y todo el tiempo que se pierde durante dicho sufrimiento. Difícilmente una sociedad enferma que acepta líderes veteranos que lo perpetran contra los nuevos podrá prosperar o recibir bendiciones a manos llenas.
“Grande es aquel que para brillar no necesita apagar la luz de los demás”...
CEO-Founder / Eleonora Escalante Strategy Studio
Corporate Strategy Reflections, Arts & Publishing