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Dureza

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Por Jorge Alejandro Castrillo
Psicólogo

Octubre. Mes de vientos, amaneceres y nostalgias. El amanecer de cada día tiene su peculiar belleza, ni qué dudarlo, pero también es verdad que los amaneceres de octubre son privilegiados. Hombre de desarrollada sensibilidad artística, mi primo Mario, gestor cultural en la Universidad Nacional ha venido fotografiando los amaneceres cuscatlecos desde ya hace bastante tiempo. No sé si llevará registro de cuántos y todos los que ha fotografiado, pero muchas de las fotos que tuve la suerte de apreciar daban cuenta de la exquisita paleta de colores y la impresionante diversidad de formas con las que el cielo se viste a las cuatro, cinco o seis de la mañana, según el tiempo y la hora que el ojo del fotógrafo se abriera al día.

Tengo ya sesenta y cinco años de estar abriendo mis ojos a los esplendorosos amaneceres de octubre. Esplendorosos en ambos significados de la palabra: 1. Que resplandece. 2.Que está lleno de esplendor e impresiona por su belleza o su grandeza. ¿Será porque anuncian el cese de las lluvias? ¿porque son antecedidos por los amaneceres lluviosos, opacos y tristes de Septiembre? No lo sé. También hay que anotar que, durante toda nuestra infancia y adolescencia, octubre significaba el fin del año lectivo e inicio de las vacaciones. Puede ser también. Pero lo cierto es que octubre entusiasma. ¿No ha notado usted acaso, en algunas personas nacidas en el mes de octubre, una actitud parecida a la condescendencia hacia todos los demás nacidos en otros meses cuando se toca el tema del mes de nacimiento? Algo así como: “ni modo, no todos pueden tener el privilegio de haber nacido en octubre” Ponga atención de hoy en adelante y dígame si me equivoco.

He evaluado recientemente a un grupo de adolescentes que buscan una oportunidad de estudios fuera del país. Resultó ser un grupo interesante al que me habría gustado conocer más a fondo, pero no siempre se puede hacer todo lo que se quiere. Son las ventajas de las pruebas psicológicas: nos permiten conocer a las personas “a distancia” y hacernos una idea de cómo reaccionará en una situación determinada. No es una predicción perfecta, pero alguna idea cercana nos permite. Son las ventajas de los conceptos. Personalidad, por ejemplo. Ese es un término que surgió antes que la psicología fuera una ciencia, que la psicología científica se encargó de estudiar en la primera mitad del siglo pasado pero que todo el mundo emplea en el mundo de hoy. La personalidad no es algo ni sensible ni tangible que podamos ver en alguien. Es un constructo hipotético, un concepto. Desde mediados del siglo pasado existen en el mercado tests de personalidad que permiten perfilar la personalidad de alguien, lo que no obsta para que cualquiera pueda hacer inferencias a partir de la conducta de alguien.

Uno de los teóricos de la personalidad, Raymond Cattell, concibe la personalidad como un conjunto de rasgos presentes en todos nosotros pero que varían en cada uno de forma tal que cada quien tiene una personalidad única. Mediante sucesivas investigaciones científicas en las que recababa cientos de datos que luego sometía a análisis correlacionales estadísticos (aprovechando del por entonces novedoso invento de las computadoras), Cattell llegó a identificar 16 rasgos básicos de la personalidad. Dichos rasgos son bipolares, es decir, tienen dos extremos. Tomemos por ejemplo la Dominancia, definida laxamente como la tendencia de algunas personas para imponer su voluntad sobre la de los demás en lugar de acomodarse a los deseos de los otros. Así, usted puede predecir que alguien que puntúe muy alto en dominancia encontrará placer en hacer que se haga lo que quiere aún y cuando el sentido común o la experiencia indiquen que no es ese el camino correcto. El polo opuesto, en cambio, puede llegar a parecer sumiso con tal de no generar conflictos con los demás.

Me llamó la atención que este grupo de jóvenes puntuara tan bajo (17 sobre 100), como grupo, en la dimensión global de Dureza (un rasgo de “segundo orden”). La persona que obtiene puntuaciones altas tiende a ser objetiva, reservada, tradicional y práctica. Estas personas actúan desde un enfoque seco y cognitivo (en oposición un enfoque sensible e intuitivo); la persona extremadamente “dura” (¿testaruda o testadura?) se mantiene firme en sus opiniones y puede dar la impresión de ser inamovible, porque tiene criterios fijos. En el otro polo, (el de este grupo de muchachos) la persona es sensible, abierta al cambio y abstraída, y bien puede ser que no tenga en cuenta los aspectos prácticos y objetivos de la situación.

Sé que el tema de la reelección presidencial no puede ser abordado desde estos parámetros, pero me ayuda a entender la postura de sectores jóvenes y no educados de la población (faltos de criterios firmes). El comportamiento de políticos encumbrados, que un día afirman una cosa y otro día argumentan dislates tratando de justificar el criterio opuesto, ¡eso es harina de otro costal!

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