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Crónica de viaje a Costa Rica

“Juventud divino tesoro”, Rubén Darío no se equivocó en esas sabias palabras, la enfermedad no fue un impedimento para gozar del viaje y la preocupación de mis primos por darme los antigripales.

Por Carlos F. Imendia |

Finalizando la década de los Noventa, en un viaje de primos saliendo de Nicaragua, nos aventuramos a viajar a Costa Rica por tierra y ver todos esos parajes de esa franja insondable por nosotros de nuestra hermosa Centroamérica. A nuestro lado izquierdo (sobre la carretera) el inmenso Cocibolca o gran Lago de Nicaragua, en el departamento de Rivas, donde pudimos apreciar la inmensidad de ese colosal cuerpo de agua Dulce o la Mar Dulce que bautizaron los conquistadores españoles en el S. XVI al ver que sus caballos al bajar de los bergantines bebían agua normalmente frente a la ciudad de Granada. Fuertes brisas y cielo azul es el paisaje que se dibuja sobre esa planicie. En ambos lados de la carretera se pueden apreciar haciendas ganaderas, además de tierras que producen plátanos y que exportan a nuestro país; también se pueden observar cultivos de mangos, se ven inmensas plantaciones, por eso a Rivas se le conoce como la ciudad de los mangos.
Una aventura qué siempre recordamos con mis primos, que llegamos al municipio de Cárdenas, al que también se le conoce popularmente como Peñas Blancas, por cierto una frontera agradable y organizada qué no nos hizo esperar mucho, remodelada en tiempos de gobiernos postsandinistas de Barrios de Chamorro y Alemán. Es una frontera de gran flujo migratorio. Llegamos a territorio tico, el departamento de Guanacaste, qué recorrimos viendo su campiña y estilo de vida rural muy pacifico, hasta poder almorzar en Liberia, una ciudad muy comercial y dinámica, que por cierto cuenta con su propio aeropuerto (MRLB).
De Liberia a Puntarenas llegamos a la ciudad de Puntarenas, porteña, que tiene enfrente al Golfo de Nicoya y pudimos apreciar el Ferry que lleva pasajeros y automóviles a la paradisíaca Isla Tortuga, en el Pacífico de Costa Rica. Gastronomía distinta, sobria, muy alejada de la que se disfruta en el litoral salvadoreño, incluso las famosas minutas son distintas en Puntarenas: llevan una base de marquesote, leche condensada, el hielo y el jarabe, algo raro.
Rumbo a la capital San José el trayecto es de subida, pasamos por el famoso río Tárcoles y el puente donde si te bajas podes ver a los cocodrilos, sus siluetas en el río se pueden apreciar desde arriba y algunos turistas le tiran pollos crudos y les dan de comer. Sobre la carretera el comercio es nutrido y en específico la venta de frutas, piñas, papayas y mangos. Obviamente la temperatura iba cambiando, habíamos descapotado el carro y la temperatura marina se fue disolviendo hasta volver al frío y fue a mí al qué impactó más el cambio brusco de clima y agarre gripe esa misma noche.
Pero, “Juventud divino tesoro”, Rubén Darío no se equivocó en esas sabias palabras, la enfermedad no fue un impedimento para gozar del viaje y la preocupación de mis primos por darme los antigripales. La vida nocturna en San José (no la bohemia) la comercial y de entretenimiento cultural es interesante y se niega a cerrar temprano, una noche sin contaminación, húmeda y lluviosa, es de notar el sentimiento del ciudadano tico que espera del turista respeto por su país y que respeten las ordenanzas y se mantenga limpia la ciudad. Visitar Cartago, la ciudad de las Brumas, la visita turística obligatoria donde se vuelve a subir para visitar el cráter del volcán Irazú, pudimos apreciar las casas, la campiña, lo colorido de la ruta, flores y vegetación y deducir el apodo de esa ciudad como la Suiza Centroamericana, la calidad del aire muy buena, y el cráter, enorme, con esas lagunas azufradas y fumarolas; el Irazú ha sido el causante de la destrucción de Cartago en el S. XIX y XX , por la activación de las fallas tectónicas previo a la erupción de dicho volcán. Los paisajes volcánicos son hermosos, y Costa Rica cuenta con 150 focos volcánicos de los cuales 5 están permanentemente activos (Arenal, Irazú, Poás, Rincón de la Vieja y Turrialba), en Cartago está la Basílica de Nuestra Señora de los Ángeles, un santuario visitado anualmente por muchos peregrinos y en la piedra donde apareció la imagen de la Virgen, brota un manantial de cristalina agua, que según la fe de los ticos, concede la buena salud.
La tecnología a finales de los noventas aún se desarrollaba, incluso hablamos a San Salvador desde una cabina telefónica en Cartago para reportarnos. Si algo me hubiera encantado conocer es el Parque Nacional Corcovado, nuestro itinerario no alcanzó para visitarlo, en la península de Osa al Suroeste, es un centro de Biodiversidad muy importante en Costa Rica y en Latinoamérica, en sus 42,560 Ha. 104 especies de mamíferos, 500 especies arbóreas, 117 especies de anfibios y reptiles y 40 especies de peces de agua dulce. Es “El Más intenso del mundo” en Biodiversidad según la National Geografic. En ese parque se avistan: Jaguares, Tapires, pezotes, pumas y monos ardilla. A pesar que los gobiernos ticos se han caracterizado por proteccionistas del medio ambiente y tener auténticos ministros y funcionarios pro medio ambiente, el parque está en riesgo, tanto por el hombre como por el cambio climático. Sin embargo, Costa Rica es una potencia en bio diversidad.


En X : @Chmendia

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