Un hombre que decide ser su propio abogado tiene a un tonto por cliente. Esta frase estadounidense (“A man who is his own lawyer has a fool for a client”) guarda una gran verdad. Aparte de su acepción literal, que es muy cierta, nos indica que nunca debemos creer que somos sabios en todas las áreas, que nuestra inteligencia basta para salir airosos en cada campo en el que nos involucremos, que es suficiente tener la convicción de que tenemos la razón para ganar cualquier asunto. Grave error, que a veces se paga muy caro. Esta actitud sólo es vana pretensión y audacia, que termina afectando a otras personas y también al mismo que la tiene.
Siendo médico, jamás me atrevería a practicar una colecistectomía. No es mi campo. Algunas veces ayudé en estas cirugías durante las rotaciones quirúrgicas, pero no es mi área de experticia ni tengo la experiencia necesaria. Si veo a un paciente con colecistitis lo refiero con un cirujano, eso es lo apropiado y lo sensato. La Medicina ha llegado a tal nivel de especialización que practicar procedimientos ajenos a la propia especialidad puede llegar a ser delito.
Y esto ocurre hoy en día con casi todo. Las personas estudian, practican, adquieren experiencia por años y eventualmente se convierten en expertos en su área. Ante un problema o cualquier situación que requiera algún tipo de conocimiento lo correcto es buscar a los expertos.
Pero la ignorancia es atrevida y hoy vemos con frecuencia a personas sin la debida preparación opinando y tomando decisiones en áreas donde no tienen experiencia. Hay una nueva generación de individuos que creen tener mentes enciclopédicas y que pueden contribuir en todos los ámbitos. Desconfían de los expertos y no toman en cuenta sus consejos y piensan que saben más y que van a hacer una diferencia. Nada nuevo hay bajo el sol, y la experiencia y el estudio siempre son necesarios.
La probabilidad de cometer errores ‒esto ni se debería de decir por evidente‒ disminuye significativamente cuando se tiene asesoría de expertos, que tienen los conocimientos necesarios y que han aprendido también de sus vivencias. Como decía el filósofo español Manuel García Morente uno puede tomar un mapa de Roma, aprenderse de memoria sus calles, sus monumentos, sus sitios de interés, pero esto por minucioso que sea no se comparará nunca con haber estado, aunque sea unos pocos días, en Roma.
Stefan Sweig en su biografía de Fouché nos relata que en una ocasión un aldeano le salvó la vida a un rey, pero en lugar de irse lejos, como se lo aconsejó un sabio, fue donde el rey pensando en una valiosa recompensa. Éste, en lugar de recompensarlo lo mandó a matar. Los reyes no gustan que el pueblo se entere de sus momentos de debilidad.
El conocimiento lo dan los estudios, la experiencia la dan los años. Se aprende tanto de los éxitos como de los fracasos. Todo aquel que ha pasado por eso es digno de ser escuchado.
Nadie, ni aún los expertos, tienen la verdad absoluta ni tampoco pueden conocer el futuro, pero al menos poseen más herramientas para hacer las cosas de forma correcta y recomendar con sensatez. Y todos, especialmente los que queremos tomar decisiones acertadas, debemos tener la humildad suficiente para escuchar a los que saben más.
Médico Psiquiatra.