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Hojas de mango

Usted puede pensar que se las puede todas, que los pasados 30 años fueron una corrupción. Usted puede pensar lo que quiera de quien quiera. Pero la verdad es que una vez más hay miedo en El Salvador. Una vez más hay inseguridad.

Por Carmen Maron

He vivido mi vida en un círculo. Me di cuenta de ello cuando, al bajarme del carro hoy, vi las hojas de mango desparramadas en la grama. Los árboles tienen ciclos y cierran círculos. Los seres humanos, también. Los países, también.

Parece que desde hace dos años vivimos en un caos sin fin. Cuarentena, el temor a que nos volvieran a encerrar, las elecciones, de el 1M,  las comisiones y ahora los soldados manejando buses.

Cuando yo era niña veía soldados por todos lados, vestidos de verde olivo. Los niños éramos un problema, porque contábamos lo que nuestros padres hablaban. Mi vida transcurrió tras puertas cerradas y el radio de onda corta puesto a un volumen bajo para que no supiera que se hablaba.

No es justo que un niño crezca así.

Cuando yo era niña vi desaparecer a mucha gente. Papás de mis compañeros de colegio y también papás y hermanos de mis maestros, de las que trabajaban en la casa, de amigos de mis papás. Muchas veces llegaba sólo para encontrar que el pupitre al lado mío estaba vacío. Mi compañero se había ido y no se había podido despedir.

No es justo que un niño crezca así.

Yo sabía que había cárceles, no sólo en la ciudad sino también en las montañas. Tenía miedo de que mi papá terminara allí. Mi papá era extranjero y siempre cuidó de no meterse. Su legado fue la Fraternidad de Hombres del Evangelio Completo. Pero igual lo asaltaron y le quitaron el carro. Por las noches yo no dormía hasta que mi papá llegaba.

No es justo que un niño crezca así.

Y puedo hablar de las bombas, los días y días sin luz y agua, los campos de refugiados. Puedo hablar de cuando se tomaban Catedral o las embajadas. Puedo hablar de tantas cosas que nadie cree. Y eso que a mí me tocó sólo un pedazo mínimo de lo que fueron esos años de dictadura militar.

No es justo que NADIE crezca así.

Pero hoy que veía las hojas tiradas en la grama me di cuenta...se está viviendo lo mismo, de manera distinta, pero es el mismo fondo: el caos, el odio arbitrario, el irrespeto a la ley tal cual. Y lloré por mi país.

Porque usted puede pensar que se las puede todas, que los pasados 30 años fueron una corrupción. Usted puede pensar lo que quiera de quien quiera. Pero la verdad es que una vez más hay miedo en El Salvador. Una vez más hay inseguridad.

Y hay niños que se van a la cama oyendo a sus padres hablar en voz baja.

Y padres que se van a la cama con sus hijos desaparecidos.

Y una vez más hay odio.

¿No será tiempo de recapacitar y terminar esta historia de una manera distinta?

Porque la historia,como el árbol de mango, tiene ciclos. Pero el problema es que si no rompemos este ciclo de país vamos a repetir la historia.

¿Queremos repetirla?

Educadora, especialista en Mercadeo con Estudios de Políticas Públicas.

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Balances Políticos Historia Salvadoreña Opinión

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