Dos seres transhumanos fuimos creados por la ciencia de la eugenesia –adaptados a la navegación espacial— a fin de poder continuar la especie humana en un planeta sustituto del océano estelar. A uno de ellos se le llamó Eva Stella. Eva, en referencia a la primera mujer del Génesis judeocristiano y Stella por Estrella. Se produjeron además androides humanos manipulados genéticamente para el éxodo estelar de la Humanidad. La misma que había agredido la vida del planeta y a su misma civilización. Fue cuando –en la elipsis cuántica del tiempo—nos encontramos en una estación espacial Eva Stella y yo -Lucrecio- futuros argonautas del espacio sideral. No pudimos despertar el recuerdo de otras vidas pero sentimos que ya nos conocíamos en el misterio del “maya” o juego divino de “Ishwara” -la deidad universal. Indra –el amante de una olvidada odisea astral—ya no recordaba su nombre místico y Karuna –la amada interestelar—también había olvidado el futuro. Así, las manos del destino volvían a escribir nuestro reencuentro en la misma ilusión cósmica de nuestras vidas olvidadas. (LIV)
Encuentro de lejanos amantes estelares
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