Sólo -descubriendo el prodigio divino dentro de sí- los colonizadores terrestres del planeta Akala encontraríamos –más allá de las estrellas— nuestro paraíso interior. “La felicidad, sabemos, está dentro de nosotros mismos y no fuera. El paraíso que buscamos está en nuestro interior” –dijo Sícilo el místico y astrofísico. “Sólo quienes tengan la gracia de amar podrán encontrarlo. El ánfora vacía no derrama vino ni miel”-agregó. Entonces decidimos regresar con los colonizadores, de quienes habíamos huido. Al llegar todos habían muerto en la base incendiada. El almirante La Salle, era el único sobreviviente, vagando como fantasma no lejos del lugar. Al preguntarle lo ocurrido éste confesó: “Un mortal virus manipulado –creado para las siniestras guerras biológicas de la Tierra— venía con nosotros. Nuestra misma maldad humana cobró sus vidas. Yo me salvé, yendo tras de vosotros. Os pido perdón y quiero unírmeles para fundar –como en la prehistoria terrestre—un nuevo comienzo nómada de la especie.” Guiándonos por los astros, nos sumergimos en el oriente de la noche sideral, dejando atrás los cadáveres de los demás colonizadores, carbonizados por el aura ultravioleta del destino. (XXV) <“Éxodo del Sapiens Estelar al Universo” C.Balaguer-Amazon)>