Vivir para conocer o conocer lo que es vivir
El destino del Hombre no sólo es vivir para conocer, sino conocer lo que es vivir. No volverte famoso para que otros te conozcan, sino invisible para conocerte a ti mismo. No ser una fatua enciclopedia viviente sino un humilde alumno de la vida. La misma que nos enseña día a día el bien y el mal; el acierto y el error; la luz de las sombras; el milagro de vivir… A veces a golpes, caídas y desilusiones. En otras con caricias, premios y conquistas. ¿De qué nos sirve conocer al mundo aparente si no te conoces a ti mismo? “Nosce te ipsum” (Conócete a ti mismo) rezaba el lejano aforismo griego, inscrito en el pronaos (ático o pórtico) del templo de Apolo en Delfos. Platón atribuyó esta frase a Sócrates cuando éste trataba de instruir a un joven ignorante que aspiraba a la política y mandar sobre su pueblo. Con ello le recordaba que su fin primordial era gobernarse a sí mismo y no lo conseguiría sin antes conocer su ser interior. Alumnos de la vida iremos hasta el fin de nuestro camino aprendiendo y reprobando pruebas, entre errores y aciertos, triunfos y derrotas. Somos el templo que resistirá erguido cataclismos y tormentas. Habítalo con fe y amor, conociendo al -muchas veces desconocido- ser que lo habita. Vive, pues, no sólo para conocer, sino para conocer la vida. <“La Esfinge Desnuda” C. Balaguer-Amazon>
TAGS: Arte | Filosofía | Opinión
CATEGORIA: Opinión | Editoriales
