Fósiles del llamado “Hombre de Pekín” -que vivió unos 600 mil años atrás- revelan que algunos vivieron hasta los 15 años y otros murieron a los 30 y 60. Pero lo más estremecedor que se descubrió en ellos es que algunos cráneos estaban golpeados, por lo que se cree que aquellos hombres se mataban entre sí. El fuego ya se usaba entonces y al parecer la guerra mutua. ¡Tan parecidos somos a aquellos lejanos ancestros! “En medio de aquel tumulto, Kubla oyó a lo lejos voces ancestrales, que profetizaban la guerra”, escribe S. T. Coleridge. Algunos de los cráneos fósiles descubiertos en cuevas cercanas al pueblo de Zhoukoudian, China, desaparecieron durante la Segunda Guerra Mundial cuando iban a ser trasladados a Estados Unidos para su custodia y no han vuelto a aparecer. ¡Siempre el ser humano perdiendo sus huellas en el tiempo! Cabe preguntarnos si -en un mañana lejano e incierto- encontrarán los rastros del hombre de nuestra civilización moderna, con sus cráneos rotos y su historia hecha cenizas. Tristemente, Daniel Defoe -novelista inglés del siglo XVIII- creía que la guerra era “la más alta perfección del entendimiento humano”. Cruel ironía del instinto de la Humanidad, comerciando la guerra como con la paz. <“La Esfinge Desnuda” C. Balaguer-Amazon>