Hacía memoria de las campañas de limpieza que llevaban a cabo las alcaldías en los Años Noventa, de barrer los pasajes, cunetas, limpiar tragantes, recoger hojas, podar árboles, instalar basureros, hasta pintaban los troncos de los arboles con cal, aparte de eso la alcaldía señalizaba las cunetas, etc. Era una concepción de la limpieza muy diferente a la actual, pero se apreciaba el cambio y existía una especie de equilibrio estético en la ciudad. Además reforzaban las campañas de limpieza con campañas de salubridad, sobre lavar bien las frutas y verduras, para evitar enfermedades mortales como la hepatitis y fiebre tifoidea.
Actualmente, aparte de ver los mercados quemarse, muchos siguen siendo emblema de suciedad y mala administración, en la era de la sostenibilidad, estos centros de abasto se resisten a cambiar. Para que veamos una transformación integral de los mercados, es el alcalde el que debe estar convencido y el que debe dar apertura a promover las buenas iniciativas. Si al alcalde le es indiferente el tema de la limpieza integral ciudadana, los municipios están perdidos.
Deben entender los jefes de las 262 municipios que la limpieza es un escudo ambiental que va a preservar a los ciudadanos de cualquier amenaza, climática y de salud. Ya no vivimos en una época carente de conocimiento en la que la ignorancia era un argumento suficiente para perdonar errores.
Ahora hay recursos informativos y tecnológicos en los cuales es posible transformar la dignidad de una ciudad, los ciudadanos deben entender que no solo poseen derechos, sino que tienen deberes.
A estas alturas deberíamos tener mercados sostenibles, alimentados con energía solar, generando su propio biocombustible, un sistema de separación y gestión de los desechos y diferentes materiales reciclables que genere más empleos verdes. El año pasado fue un año negro para la ciudadanía, en materia de gestión de desechos, vimos cómo la ciudad se sumergió en la inmundicia y la pestilencia, sindicalistas municipales cerraban la entrada de los camiones al relleno sanitario, le pasaban la bola al alcalde y a otros actores políticos, y la problemática se hizo una pugna electorera en la que la salud de los ciudadanos se puso en riesgo, fue inolvidable.
Esa pesadilla puede volver a suceder si el tema de la recolección se vuelve político, además si no hay los fondos suficientes para mantener activas y en óptimo estado las flotas de recolección de desechos. La separación y el reciclaje pueden ser la respuesta para dejar de depender de estos sistemas de recolección municipales.
Señores alcaldes, no esperen a que un juzgado ambiental les ordene ir a limpiar barrancos y tragantes; usen las herramientas de la información para auto capacitarse en el tema, la iniciativa es la llave del éxito para la gestión municipal, en una ciudad ordenada es más fácil detectar problemas y resolverlos, hay más control. Una sana autonomía municipal puede dar óptimos resultados, principalmente en materia ambiental y desarrollo sostenible, contrario a eso: más pobreza.
Publicista y ambientalista/Chmendia