“Entre el dicho y el hecho hay un largo trecho” reza una máxima que encaja perfectamente con una de las principales características de los diputados y diputadas de la fracción oficialista. Y es que victimizarse por haber sido violentados en sus derechos fundamentales, mientras, en el pasado, pertenecían a partidos tradicionales, ya se ha vuelto un deporte.
Recientemente, un diputado de Nuevas Ideas aparece muy sentido expresando indignación por los malos tratos patronales sufridos en el año 2011, mientras laboraba para y a la orden del Ministerio de Trabajo y Previsión Social. Entre sus palabras denuncia una clara violación al derecho que los trabajadores tienen al debido proceso, al derecho de audiencia y defensa, al derecho al salario, entre otras afectaciones que padeció junto a su familia. Tal parece que en esa época tenía claridad del peso de la ley nacional e internacional frente a dichas violaciones laborales.
Lo absolutamente incoherente es que ahora, el diputado, en el escenario legislativo, toma el papel del verdugo (patrono) y, que, a través de actos arbitrarios, completamente fuera de la ley, atropella derechos laborales de más de dos mil trabajadores legislativos de manera directa y de casi 21 mil trabajadores, a nivel nacional, de manera indirecta, al no decir absolutamente nada de los despidos injustificados. Hoy, este diputado replica lo vivido en el pasado contra los trabajadores, pero que debido a que esta vez las víctimas no son afines a la N, entre otras, la N del NEPOTISMO imperante en las instituciones del estado, no existe la misma fuerza de ley para que estas prácticas violatorias a derechos laborales sean perseguidas y castigadas.
Evidentemente iguales ante la ley ya no somos a partir de esta gestión. Los criterios para la estabilidad laboral pasan por ser familiares de los funcionarios y achichincles de la tiranía que nos gobierna. Entonces, no se vale victimizarse por acciones que, en la práctica de los diputados, botan cualquier credibilidad.
Hoy, la víctima de 2011, aquel trabajador ofendido del ejecutivo, es el victimario de 2022, con el agravante que es diputado y uno de los que crea las leyes para castigar a quien no aplaude su proyecto político, pero que también las evade a su conveniencia, siendo esto una doble violación a derechos fundamentales de los trabajadores.
Parece que no aprendió nada de su experiencia laboral sino que, por el contrario, su opacidad ha condenado a cientos de trabajadores a su misma suerte del 2011, de la que tanto se queja, eso sí, sin ninguna base moral ni ética para hacerlo.
Y quiero terminar con esta frase: “Dura lex, sed lex”. O sea, “La ley es dura, pero es ley” y ninguna mayoría legislativa está exenta de cumplirla. Una buena práctica sería que comiencen respetando las normas vigentes y restituyendo los derechos laborales de los trabajadores, digo, para que su discurso del turno del ofendido tenga un poco de credibilidad. Y no olviden, por favor, que el poder no es eterno y la historia tiene memoria.
Abogada, especialista en temas laborales.