Aún recuerdo la primera vez que me preguntaron mi postura sobre el aborto. Yo estaba en tercer ciclo. En el colegio me habían explicado poco o casi nada sobre el tema, pero yo sí sabía que significaba la interrupción de un embarazo. Fue mi papá quién me preguntó ¿qué pensas del aborto, estás a favor o en contra? Mi respuesta fue “depende”.
Después de responderle a mi papá que mi postura era un “depende”, le expliqué que algo que yo apoyaba al 100%, sin dudarlo, y con el corazón en mi mano, es la interrupción del embarazo en casos de violación a niñas y mujeres. Recuerdo decirle “no me quiero ni imaginar lo destrozador que debe ser que te violen y que de remate tengas que dar a luz a un bebé por culpa de esa violación”. Yo tenía menos de 16 años en ese momento, y para ese tiempo yo ya tenía mucho miedo de llegar a ser violada y de tener que ser mamá de un hijo de mi violador. ¿Cómo podemos obligar a niñas y mujeres a amar incondicionalmente a un bebé de la persona que les destrozó la vida? ¿Cómo esperamos que las mujeres y niñas se recuperen de uno de los peores momentos de su vida para vivir constantemente con el recuerdo de su violación?
Pero El Salvador ni siquiera quiere responder esas preguntas. El Salvador obliga a las personas violadas a dar a luz. Y lo que creo que es aún peor, El Salvador obliga a niñas a ser madres. Las obliga a guardar silencio sobre su violador, a gestar por 9 meses el producto de una violación. Las obliga a recordar, por el resto de su vida, que su niñez fue forzada a terminar para ser mamá de otro niño o niña. Las obliga a ver a diario la cara de su violador en la cara de su bebé, y que debe amarlo incondicionalmente.
Claro, el bebé no tiene culpa de que su papá sea un violador. Pero el Estado salvadoreño sí tiene la culpa. El Salvador sí carga con 133,853 embarazos en menores de edad entre 2015 y 2022. Todo porque quieren negarles la posibilidad de tener una opción. A toda la niñez salvadoreña se le ha negado la posibilidad de decidir si es capaz de criar un bebé siendo aún menor de edad. Así como a ningúna niña se le debería obligar dejar de estudiar, dejar de comer, dejar de jugar, dejar de soñar. A ninguna se le debe obligar a ser madre. Y tampoco se les debe obligar a realizar un aborto siendo menor de edad. Pero sí se les debe de brindar la opción de decidir por su futuro, porque su vida apenas va comenzando.
Darles oportunidades a las niñas no es solo la opción de decidir, también debemos procurar que este país permita que los niños y niñas puedan acceder a educación integral. La niñez merece tener la información correcta para poder evitar que abusen de ellos, para poder entender que lo que les quieren hacer no está permitido. Debemos dar todas las herramientas posibles para que la violencia sexual pare. Debemos hacer algo para prevenir tantas violaciones, y tantos embarazos producto de la constante violencia sexual. Educar a la niñez en todas las áreas de su vida es una obligación del Estado.
En manos de los actuales legisladores y legisladoras está darle la oportunidad a la niñez salvadoreña poder seguir soñando y creciendo. Existen dos propuestas sobre estos temas, la reforma “Niñas no madres” y la Ley Especial en Educación Integral en Sexualidad. Ambas siguen esperando ser discutidas.¿Cuál es el miedo de darle a los niños y niñas la información correcta, cientifica, y adecuada a su edad para prevenir la violencia sexual? ¿Por qué no nos atrevemos a darle oportunidades a las niñas? ¿Tan absolutamente inmoral es hablar sobre cómo los hombres violan a niñas salvadoreñas y las obligan a ser mamás? ¿Cuál es el miedo de permitir que las niñas sigan siendo niñas?
Comunicadora y fotógrafa profesional.