Es una linda costumbre desearse un año feliz a uno mismo, a los demás y al mundo. Pero, por supuesto no podemos esperar que el día siguiente amanezcamos en un país mejor y que los problemas, que nos han acechado durante el año viejo, en el nuevo se vean menos serios y amenazantes.
Así que nos despertamos luego de una temporada de vacaciones, de fiestas, de reflexiones, de compartir con la familia y los amigos cercanos - y al leer las noticias nos damos cuenta que el mundo no ha cambiado por arte de magia -o de nuestras buenas intenciones. La guerra en Ucrania sigue matando civiles y afectando la economía mundial; igual sigue la persecución de las manifestantes en Irán; el COVID, el cual ya casi habíamos olvidado, está renaciendo en China; la inflación golpea igual - y en nuestro país, Nayib Bukele sigue siendo presidente; sigue el régimen de excepción, y siguen presos no solo miles de pecadores, sino también miles de justos.
Pero a veces no son los desastres grandes que marcan un rumbo negativo, sino los ‘pequeños’. El año 2023 arranca con una noticia que a primera vista tal vez no parece tan impactante, pero es un indicador de lo mal que está el país: El Canal 33 suspende todos sus producciones propias, incluyendo el noticiero Teleprensa y la entrevista 8 en Punto. “Va a quedar un canal de puros programas enlatados”, me dice una de las caras del 33 que ahora tiene que buscar donde seguir ejerciendo el periodismo. “En términos de contenidos periodísticos, es un cierre...”
Cerraron Teleprensa, el noticiero más antiguo de El Salvador. Cortaron en seco una tradición pionera del periodismo de televisión - y en varias etapas de su vida del periodismo independiente y crítico. Últimamente no ha estado del todo a la altura de las exigencias que la transición antidemocrática plantea al periodismo. Pero se ha mantenido como una voz independiente. En un país en esta situación, callar un medio de comunicación es un atentado al periodismo, la libertad de prensa y la cultura política.
No sé -y me imagino que nunca sabré- porque los dueños del 33 tomaron esta decisión fatal. Pero sean cuales sean las razones financieras y económicas, en el fondo Teleprensa es víctima del deterioro del ambiente para el periodismo, sus medios y sus profesionales.
Como traté de explicar en mi última carta del 2022, un régimen dictatorial no puede convivir con una prensa independiente, libre y crítica. Por eso las dictaduras toman tres medidas paralelas:
1. Restringir y perseguir el ejercicio crítico de los periodistas.
2. Forzar a los medios comerciales a ‘neutralizarse’ y abstenerse de difundir contenidos.
3. Crear sus propios medios (periódico, canal de TV, radios y un universo de plataformas digitales), coordinados por el Centro de Propaganda situado en Palacio.
Cuando escribí sobre esto, no tenía ni la más remota idea de lo que estaban cocinando en el Canal 33. Pero el cierre de Teleprensa y de todos los espacios de contenidos periodísticos y políticos en el 33 es la perfecta confirmación del punto 2 arriba mencionado. Tal vez no hubo ninguna coerción, amenaza, presión y negociación entre los dueños del 33 y el gobierno - o tal vez sí, nunca lo vamos a saber. Pero los gobiernos autocráticos, si pueden evitarlo, no cierren los medios de comunicación por decreto o intervención directa.
Crean un ambiente, donde para los dueños es más cómodo, menos arriesgado, y más rentable cerrar sus espacios informativos y de opinión y convertirse, como dijo mi amigo, “en un canal de puros enlatados.”
Esto lo hizo Hugo Chávez con los canales de televisión venezolanos, y los que no le hicieron caso, los cerró o los obligó a vender su medio a cheros del gobierno. En El Salvador, este proceso de callarse ‘voluntariamente’ lo podemos observar en los canales de Megavisión, y en TCS podemos ver cómo un consorcio mediático hace lo posible para no rendirse - pero para tampoco provocar la ira del huésped de Casa Presidencial.
Para todos los demás medios, sobre todo para TCS, la muerte de Teleprensa y del Canal 33 como medio periodístico no significa que tengan un competidor menos, sino que podrían ser el siguiente que tenga que decidir que el periodismo es mal negocio bajo una dictadura.
Saludo a los colegas que resistieron hasta el final en el 33. Saludo a todos los colegas, en los demás medios independientes. Esta situación no la vamos a resolver con buenos deseos para el 2023, sino con una lucha cerrada para defender nuestra profesión.
De todos modos, les deseo un feliz año, Paolo Luers