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Carta a quienes serví tragos por 20 años en La Ventana

La Ventana tal vez, con suerte, hubiera sobrevivido el gobierno municipal de Nayib Bukele e incluso la pandemia, pero en la Nueva República Bukeliana de hoy ya no hay espacio para lugares como La Ventana, que practican cada día y cada noche el arte de conversar, de tolerar diferencias, de practicar tolerancia.

Por Paolo Luers
Periodista

Hoy estaríamos todos juntos celebrando el aniversario 27 de La Ventana, recordando aquel 1 de agosto de 1996, cuando abrimos este restaurante-bar-café-galería en aquella casa con las ventanas de madera enfrente del Centro Comercial San Luis. Sólo que La Ventana ya no existe, más que en nuestros recuerdos. Duró 20 largos años – 10 años en la San Luis y 10 años en La Escalón - 20 años bien vividos. Lo bailado no se quita, dicen. Tampoco lo brindado, lo conversado, lo conspirado, lo reído.

Haber creado en aquellos años de la postguerra un lugar de encuentro entre artistas y políticos, periodistas y académicos, locos y genios, viejos y jóvenes; gente de izquierda y de derecha, exguerrilleros y exmilitares todavía nos parece a Daniela y a mi y a nuestro extraordinario equipo de trabajo un logro, del cual vamos a estar orgullosos todas nuestras vidas. Queríamos crear un lugar, donde la gente se podía relajar, gozar de buenos tragos, de las mejores cervezas del mundo, de buena comida, buenos pasteles y cafés, conversar libremente, un lugar para conocerse mutuamente, de intercambio permanente sobre arte y política, literatura. Para resumirlo: un antídoto a la cultura de intolerancia que había que superar luego de la guerra.

Esto último suena bien serio, pero no lo era: Nos divertidos todos en este intento de hacer la ciudad más vivible. Sin divertirse y relajarse es imposible crear nuevas formas de convivencia. En la Ventana se conocieron parejas, se enamoraron y algunas hasta se casaron en este lugar. Igual que para conspiraciones políticas y para inventar campañas, La Ventana fue el lugar para fiestas. He conocido personas que jamás hubieran cruzado mi vida si no fuera por mis largas noches detrás de la barra. Con muchas de ellas he hecho amistades que sólo se forjan en una buena barra con buenos tragos. He aprendido escuchar y entender a las más diversas personas, no todos agradables, pero siempre dentro de un marco de tolerancia que era la ley fundamental de La Ventana.

Hablar de esto no es solamente una nostalgia. Es una reflexión crítica y autocrítica: ¿Cómo hemos perdido esta cultura de tolerancia, esta actitud relajada para enfrentar diferencias y disidencias, que marcaron la vida en la postguerra - y en La Ventana?

Me atrevo a decir que un lugar como La Ventana ya no existe en San Salvador. Puedo haber lugares con la misma calidad de comida, con mejores tragos, seguramente, pero no un lugar de conversación entre todos y de la confrontación de ideas. Ya no hay clima en nuestra país que lo permita. Igual que no logramos defender las instituciones democráticas, no logramos mantener con vida los espacios de diálogo y convivencia entre quienes piensan diferente.

Nosotros cerramos el capítulo de La Ventana en el 2016, simplemente porque 20 años de trabajo de mantenerla funcionando y válida eran suficientes para nosotros. Yo sé que muchos de ustedes todavía no nos han perdonado esta decisión. Pero pónganse a pensar: La Ventana tal vez, con suerte, hubiera sobrevivido la hostilidad del gobierno municipal de Nayib Bukele e incluso la pandemia, pero en la Nueva República Bukeliana de hoy ya no hay espacio para lugares como La Ventana, que practican cada día y cada noche el arte de conversar y de practicar la tolerancia. No sólo por la hostilidad de las autoridades, sino porque el declive de la democracia también se expresa en una nueva cultura. Esta nueva cultura del silencio, del miedo, de la sumisión, del cuidado con quien se habla es diametralmente contraria a la cultura de apertura, que vivió el país en la postguerra y que abrió el espacio para lugares como La Ventana.

Estoy seguro que habrá una nueva apertura cultural e intelectual, como parte integral de una apertura política que superará el autoritarismo. Nacerán otra vez lugares como La Ventana.

La cultura de la buena barra como lugar de encuentro renacerá, y me sentaré nuevamente en la barra, esta vez del otro lado, y retomaremos la conversación.

Las diferentes generaciones que poblaron durante 20 años La Ventana van a entender de qué estoy hablando. A todos ellos los saludo y les digo: “Me hacen falta, cabrones. ¡Salud!”

Paolo Lüers

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Historia Salvadoreña Las Cartas De Paolo Lüers Opinión

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