Estimados lectores:
Esta carta no sé a quiénes dirigirla. ¿Al presidente, quien ordenó la expropiación de unos 300 buses, sin ninguna ley que lo respalde? No tiene sentido, nunca escucha, nunca reflexiona, nunca recapacita. ¿A los millones de usuarios? Tal vez, aunque sé que están hartos de gente hablando de la crisis de transporte sin que nadie se preocupe por resolverla. ¿A los buseros? Supongo que algunas cosas que voy a decir les gustarán, pero por otras se van a encachimbar...
No voy a hablar de las falencias jurídicas que está cometiendo el gobierno. Enfrenta problemas administrativos que no sabe cómo resolver con represión: la captura ilegal del empresario de transporte Catalino Miranda; la confiscación de buses; la militarización del transporte público. Estas aberraciones ya han sido ampliamente señaladas por expertos en materia de legalidad e ilegalidad.
Pero este nuevo exabrupto del presidente tiene un trasfondo político. Él ha decidido, una vez más, no enfrentar la crisis social con un plan de austeridad de su gobierno, sino sólo con algunas medidas paliativas. Por más que este presidente improvise y tome decisiones con el hígado, sabe que esto puede erosionar su amplio apoyo popular y meterlo en problemas de convulsión social - incluso de una oposición popular a su régimen. Por tanto, tiene que hacer algo para evitarlo...
Demonizar a los transportistas es casi un deporte nacional. El sistema de transporte público es obsoleto, deficiente y abusivo. Los motoristas están mal pagados, mal entrenados, mal supervisados y no sorprende que algunos traten mal a los usuarios y manejen como cafres. Con todo esto, no hay grupo social más odiado en El Salvador que los trabajadores y empresarios del transporte. Me atrevo a decir que la mayoría es gente decente, que trata de sobrevivir, pero algunos son pícaros o incluso mafiosos. Pero, ¿tienen ellos la culpa de que nuestro país no tenga un sistema moderno, eficiente y ecológicamente sostenible de transporte público? No. Los empresarios son parte del problema, pero los únicos que lo pueden resolver son los gobiernos. Sin una política pública coherente y la disposición de invertir en ella, nunca habrá solución.
Para el gobierno siempre tiene rédito político culpar a los transportistas de una crisis permanente que no está interesado en resolver. Todos los gobiernos -de ARENA, del Frente, y ahora de Bukele- han armado pleitos con los empresarios de transporte, aprovechando el hartazgo de la gente con el mal servicio que reciben, pero sin ofrecer nunca soluciones. En todos los casos, al rato se pusieron de acuerdo con los transportistas, básicamente para que todo siga igual, incluyendo la corrupción, en la cual son socios los empresarios y los funcionarios. Y no es diferente ahora...
Así, nunca vamos a salir del desmadre que es el transporte público. Así, siempre los usuarios van a sufrir de un servicio deficiente. Así, el transporte público siempre va a ser el monstruo que amenaza el medio ambiente y la sostenibilidad de nuestras ciudades, cuando en otros lados ya lo han convertido en la solución, haciendo más vivibles las ciudades y reduciendo el tráfico de vehículos.
Lo que más ha obstaculizado cualquier solución del problema de transporte masivo es el manejo populista que le dan los gobiernos. Lo que ahora está pasando, con el nuevo desmadre que el gobierno está armando con su improvisación, su arrogancia y su desprecio a los debidos procesos administrativos y jurídicos, es la mejor muestra de que este régimen representa lo peor de los mismo de siempre: incapacidad, demagogia, represión. Peor que antes, porque hoy de paso se llevan de encuentro el Estado de derecho.
El Estado necesita una política coherente y audaz de transporte público, y en ella serán indispensables los empresarios, los gobiernos locales, y un gobierno central capaz y dispuesto de concertar. El gobierno solo no puede resolver el problema, la muestra de esta verdad la tenemos hoy a la vista en las calles de nuestra ciudad.
Mientras no superemos el populismo, no saldremos de esta crisis.
Saludos, Paolo Luers