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Carta a los ministros de Salud y Educación: El elefante blanco y el Rosales

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Por Paolo Luers
Periodista

Señores ministros:

Parece que no saben qué diablos hacer con el elefante blanco que tienen sentado en lo que fue la Feria Internacional y mucho menos con la monstruosa galera que construyeron enfrente, en el parqueo de la Feria. Los pabellones del CIFCO los convirtieron en un hospital provisional para atender la epidemia del Covid 19. El carácter temporal, de emergencia, consta en los documentos que presentaron para solicitar los permisos medioambientales y como tal fue aprobado.

Pero luego el presidente, como siempre pensando en el efecto mediático que podía tener un proyecto de esta envergadura, dio vuelta al asunto. Ya no quería un hospital temporal para atender la epidemia, sino que ordenó hacer el hospital más grande, más moderno y más glorioso de América Latina. Ahí se jodió todo: En el pico de la epidemia no hubo donde meter a los pacientes graves, porque el Hospital El Salvador no estuvo listo hasta más de un año después, en junio del 2021. Establecer un hospital temporal, como lo hicieron en otros países, no hubiera tardado más de 2 meses.

Bueno, aunque muy tarde, el hospital cumplió su función temporal y atendió a miles de pacientes de Covid. Igual el anexo en el parqueo, que tardó aún más en construirse: al final lo convirtieron en el gran vacunatorio, donde se logró vacunar a la población con mucha rapidez y eficiencia. Pero el Hospital El Salvador, contrario a las intenciones megalomaníacas del presidente, los 70 millones de dólares invertidos y el año perdido, nunca fue más que un hospital de emergencia.

Y ahora, cuando lo peor de la epidemia parece haber pasado y cuando todos estamos vacunados tres veces, no saben qué hacer con el monstruo que crearon. Un monstruo que en sus galeras inmensas tiene en fila cientos de camas. Un monstruo que costó lo que se gasta en un hospital, pero que no cumple con los estándares de un hospital permanente, moderno e integral. Y nadie de ustedes tiene idea de qué hacer con el vacunatorio. Bueno, dicen que ahí están las oficinas centrales del equipo de asesores venezolanos, comandados por Sara Hanna. Pero ella, por más pretenciosa que sea, no necesita un edificio de estas dimensiones…

Entonces, alguien de ustedes se acordó de una idea que su jefe, el presidente, ya había anunciado hace dos años, en su forma habitual de improvisación y grandilocuencia: Vamos a hacer del Hospital El Salvador un Hospital Escuela, por supuesto el más moderno de América Latina. Entonces, ustedes redactaron un decreto, el presidente lo firmó felizmente y fue publicado en el Diario Oficial del 22 de julio del 2022. Oficialmente está creado el Hospital Escuela, un instituto nuevo para formar a los futuros médicos salvadoreños.

El problema es: Para tener un hospital escuela, primero hay que tener un hospital de carácter integral, donde convergen todas las disciplinas de la medicina y los mejores médicos e investigadores. Y ciertamente, el Hospital El Salvador en el CIFCO no es, ni de cerca, un hospital integral. No tiene la infraestructura adecuada, ni mucho menos el personal capacitado. Pero hay otro hospital, que sí es integral y que sí es hospital escuela: el Rosales. Este gobierno heredó el proyecto, el diseño e incluso el financiamiento completo para dotar al Rosales de los edificios modernos que necesita, luego de décadas de abandono por parte de los gobiernos. Pero el presidente Bukele decidió no invertir en el Rosales. En vez de reconstruir el Rosales, donde hay un cuerpo formidable de médicos, donde hay experiencia y vocación de enseñanza e investigación, Bukele apostó a su elefante blanco en la Feria.

No me explico cómo los ministerios que ustedes dirigen -de Salud y de Educación- no han avanzado el proyecto del nuevo hospital Rosales. A esta altura ya tuviéramos un hospital con la capacidad de cumplir sus dos funciones: garantizar a la población una atención integral, y formar a los futuros médicos. Bueno, sí me lo explico: Hay que tomar en cuenta el factor Nayib, su improvisación, su obsesión con megaproyectos nuevos, creados por él, en vez de seguir construyendo sobre la acumulación de experiencia y capacidades.

Pero si es así, ¿para qué necesitamos ministros de Salud y Educación? Les dejo esta pregunta.

Saludos, Paolo Luers

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