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Carta sobre el parque de diversiones que llaman Biblioteca Nacional

Lo que querían construir fue una atracción turística, una especie de parque de diversiones, algo muy visible, muy moderno, muy cool. No digo que es mala idea tener una atracción de este tipo. Pero tiene razón Cañas Dinarte: no es una Biblioteca Nacional.

Por Paolo Luers
Periodista

Carlos Cañas Dinarte, uno de los salvadoreños vivos que más horas habrá vivido, trabajado, investigado en bibliotecas, comentó en Twitter la inauguración de edificio de la nueva Biblioteca Nacional: “Será biblioteca (infantil, escolar, etc), pero Nacional no. Ni de lejos ni de cerca".

El historiador Cañas Dinarte es alguien que ama las bibliotecas, mucho más que yo. Como adolescente con la firme decisión de convertirme en escritor, devoré la mitad de la modesta colección literaria de la Stadtbibliothek, la biblioteca pública de la ciudad donde crecí. No me gustó leer ahí, preferí llevarme los libros a la casa. Estudiando Literatura y Lingüística en Berlin, tuve que establecer, para escribir mis tesis, mi oficina en la Biblioteca Universitaria. Conocí las dos Bibliotecas Nacionales que tenía Alemania en aquel entonces, la de la Alemania socialista en Leipzig, y la de Alemania Federal en Frankfurt. En ellas traté de documentar cómo las diferentes ideologías vigentes en las dos Alemanias se reflejaban en sus Bibliotecas Nacionales. En la de Leipzig el público tenía acceso solamente a la literatura editada en Alemania Oriental, en la de Frankfurt tenían el cuidado de exhibir toda la literatura escrita en lengua alemana. En Leipzig se encontraron muy pocos libros sobre la dictadura nazi y el Holocausto, en Frankfurt esto era un piso completo, que también contenía todo lo que en otros países se había escrito sobre el tema.

Así mi experiencia con bibliotecas. Primero como lugar para devorar literatura, luego como lugar de estudio, de trabajo. En ambos sentidos las bibliotecas han sido elementales para mi educación. Pero tengo que confesar que desde que salí de la Universidad, evité las bibliotecas. Tenía la romántica idea de que ya no necesitaba leer tantos libros sino tenía que conocer la vida, viviéndola...

El Salvador obviamente necesita bibliotecas que dan acceso a la literatura nacional y del mundo. Igual bibliotecas que dan acceso al conocimiento. Lo que dice Carlos Cañas Dinarte expresa duda si la nueva Biblioteca (a que ahora llaman BINAES, ya sin mencionar que durante 150 años llevaba el nombre de Francisco Gavidia) cumpla con la funciones de una Biblioteca Nacional. ¿Tendrá esta nueva institución la capacidad y la misión de convertirse en el “Centro depositario del patrimonio bibliográfico y documental de El Salvador, que se produce en cualquier tipo de soporte o medio con la misión de reunir, catalogar, conservar, incrementar, gestionar, difundir y transmitir el patrimonio bibliográfico y documental salvadoreño y sobre El Salvador, publicado en el país y en el extranjero, como fuente de conocimiento para toda la sociedad nacional e internacional, garantizando su integridad y facilitando el acceso al mismo a toda la ciudadanía y a las generaciones futuras". Esta es la definición que la Real Academia Española da del concepto de una Biblioteca Nacional.

No es esto lo que vimos en el recorrido que Casa Presidencial publicó de la biblioteca que construyeron los chinos en el centro histórico. Haciendo una interpretación benévola, se podría decir que trataron de hacer una adaptación del concepto de la biblioteca a la cultura popular y digital. Pero para hacer esto de una manera científica, hubieran tenido que traer un equipo de expertos en lingüística, cultura digital, inteligencia artificial para diseñar la biblioteca.

Así que me inclino más por la otra interpretación: Lo que querían construir fue una atracción turística, una especie de parque de diversiones, algo muy visible, muy moderno, muy cool.

No digo que es mala idea tener una atracción de este tipo. Pero tiene razón Cañas Dinarte: no es una Biblioteca Nacional. Un futuro gobierno, que  tenga la capacidad de convocar a los académicos e investigadores nacionales e internacionales que se necesitan para diseñar una verdadera Biblioteca Nacional, tendrá que construirla.

Cualquier país merece y necesita una Biblioteca Nacional.

Saludos,

Paolo Lüers

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Bibliotecas Públicas BINAES Opinión

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