El total de ingresos por medio de las remesas y de las exportaciones durante el primer semestre del año han estado, en términos generales, muy similares, según los datos oficiales del Banco Central de Reserva (BCR).
Lo anterior debido a que, entre enero y junio de 2022, el dinero que enviaron los salvadoreños en el exterior, principalmente desde Estados Unidos, alcanzó la cifra de $3,779 millones, una cantidad que, de hecho, muestra una desaceleración en el crecimiento con respecto al mismo período de 2021.
El año pasado, por ejemplo, las remesas tuvieron un aumento de 45% con respecto a 2020, pero en 2022 el crecimiento fue solo de 3.5%, según los datos del BCR.
En tanto, las exportaciones, que también han experimentado una cierta desaceleración con respecto a 2021, alcanzaron en los primeros seis meses del año la suma de $3,802 millones, con una leve diferencia sobre el total de remesas recibidas en lo que va del año.
Estas dos fuentes de ingresos para la economía del país, en total suman unos $7,581 millones, una cifra menor al total de importaciones que el país ha hecho también durante el primer semestre del año.
Al realizar este comparativo, los números podrían indicar que ni las exportaciones ni las remesas logran compensar el total de dinero que sale del país en las compras que se realizan al exterior, pues el total de importaciones fue de $8,934 millones entre enero y junio, un dato que el Observatorio de Políticas Públicas (OPP) de la Universidad Francisco Gavidia (UFG) señaló como insostenible debido al fuerte aumento del déficit comercial en lo que va del año.
Sin embargo, y pese a que ese total de importaciones supera a las exportaciones y las remesas en unos $1,353 millones, la economía dolarizada desde 2001 sigue manteniendo el equilibrio a través del acceso a créditos.
Según explica el economisa Rafael Lemus, “en una economía dolarizada, las importaciones se financian a través de mecanismos de autorregulación, los cuales pueden ser créditos privados o públicos, así como las propias remesas debido al flujo de divisas”.
De acuerdo con Lemus, esto significa que los parámetros para analizar la balanza comercial de los países depende de la divisa que circula en ese país.
Por ello, aunque el OPP apunte que el déficit de la balanza comercial es insostenible, Lemus subraya que de momento es posible porque las empresas importadoras aún encuentran financiamiento y, además, no todas las compras al exterior podrían calificarse como fugas de recursos debido a que muchos de los bienes importados son materias primas que permiten mantener el funcionamiento y empleo en empresas del sector industrial, sobre todo.
Aún así, el informe del OPP proyecta que si el ritmo de crecimiento en el déficit comercial continúa con los números actuales, para finales de 2022 podría ascender a unos $10,000 millones, por lo que argumenta que los recursos serían insuficientes, algo que señaló en un informe de 2021, cuando advirtió que ante un fuerte déficit comercial, la disponibilidad de dólares podría disminuir.
En 2021, el total de importaciones ($15,076 millones) fue casi el doble del total de remesas que ingresaron al país, las cuales ascendieron a $7,517 millones.