Las vulnerabilidades de la balanza de pagos, el alto déficit fiscal para este año, la ausencia de financiamiento externo, además de la presión fiscal por las recientes medidas económicas anunciadas por el presidente Nayib Bukele pueden empujar al país a una recesión, advierte la financiera inglesa Barclays en su análisis, con fecha del 21 de marzo, sobre la situación fiscal del país.
El informe titulado “Acortando la línea de tiempo” que la firma, con sede en Londres, preparó para inversionistas institucionales y al cual El Diario de Hoy ha tenido acceso, detalla nueve puntos que resumen el crítico panorama.
El primero indica que si bien el foco de atención en El Salvador hasta ahora ha sido la sostenibilidad fiscal, “las vulnerabilidades de la balanza de pagos podrían convertirse en un problema mayor” y eso podría agravar la situación de liquidez del gobierno, lo cual acortaría el plazo para un proceso de reestructuración de la deuda, pues cada vez es más difícil de evitarlo.
“Los problemas fiscales podrían agravarse con la economía en riesgo de entrar en recesión”, asevera la financiera.
Los analistas del Departamento de Investigación de Barclays explican que si ya el déficit en 2021 se había ampliado a 3.4% del PIB (Producto Interno Bruto), en 2022 estiman que puede elevarse al 6.5% debido a factores externos.
“Se esperan presiones adicionales producto del incremento en los precios de las materias primas”, dicen los expertos.
El Salvador, al igual que todos los países del mundo, experimenta altas tasas de inflación y a eso se sumarían los efectos de la invasión de Rusia en Ucrania que generaría una escalada de precios de materias primas. Según datos del Banco Central de Reserva (BCR), a febrero de este año, los precios de la canasta de bienes y servicios en el país han aumentado 6.7 %, lo que significa que el costo de vida se elevó casi siete veces para los salvadoreños.
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Pero también citan en el informe que la dependencia de la importación de petróleo es otro factor que influye y para El Salvador aún más, pues de los países de Centroamércia y el Caribe es el más expuesto a ese impacto.
“Las importaciones de petróleo representaron alrededor del 6.6% del PIB en 2021. Por lo tanto, si se mantienen los precios altos, esperaríamos que el déficit de cuenta corriente se amplíe a 6.5% del PIB en 2022, niveles similares a los de 2013”, apunta el informe de Barclays.
Uno de los puntos que destaca es que en esta ocasión el golpe sería mayor para el país, pues no cuenta con el apoyo de Venezuela, el mayor país petrolero en el continente. “En el pasado, Venezuela ayudó a El Salvador a enfrentar este tipo de choques, financiando parte de la factura petrolera en condiciones muy favorables a través del acuerdo Petro-Caribe; sin embargo, dada la crisis en Venezuela, esta no es una opción esta vez”, dice.
La financiera inglesa agrega que “este choque ha golpeado al gobierno (dejándolo) en una posición particularmente vulnerable, ya que las políticas miopes y la priorización de una agenda política han impedido la adopción de medidas de ajuste y han dejado al gobierno sin acceso al mercado y con una capacidad reducida para obtener financiamiento multilateral”.
“El gobierno empieza a sentir la presión”
En el análisis de Barclays se menciona que el gobierno de Bukele se está enfrentando a una mayor presión fiscal y que el financiamiento cada vez se constriñe más.
“El mes pasado (febrero) intentó colocar en el mercado doméstico un nuevo tipo de bono a 2 años ofreciendo $300 millones, pero colocó solo $210 millones”, apunta en el documento.
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Y añade que ante eso la respuesta de las autoridades fue “reducir los requerimientos de reservas para aliviar la presión de liquidez, lo que podría estar echando leña al fuego”.
Los analistas explican que esta medida implica retirar recursos de las reservas internacionales, lo cual dejaría al gobierno con menos fondos disponibles para enfrentar el impacto por el incremento de las materias primas y para futuros pagos de deuda, como el bono de $800 millones a pagar en enero de 2023.
Un dato que citan los analistas es que hasta el momento el gobierno ha evitado una caída de reservas, debido a fondos conocidos como Derechos Especiales de Giro (DEG) que facilitó el Fondo Monetario Internacional (FMI) el año pasado y a una consolidación de recursos de entidades públicas en el BCR.
El FMI anunció en agosto de 2021 un aporte de $650,000 millones en DEG a sus países miembros, un activo que va directamente a las reservas internacionales de cada socio. De esa cantidad, El Salvador recibió $400 millones, lo que aumentó en un 12% sus reservas internacionales.
Aún así, la financiera inglesa estima que “el deterioro de la situación de la balanza de pagos revierta la tendencia, empujando potencialmente las reservas a la baja a $2,200 millones al cierre del año desde su nivel actual de $3,900 millones, lo que equivaldría a menos de dos meses de importaciones”.
Pese a todo el panorama fiscal, Barclays señala que el gobierno de Bukele “por ahora parece reacio a reconocer la magnitud de la crisis, lo que podría implicar riesgos de un mayor deterioro de la situación”.