En qué y cómo se cocina la comida se ha modificado en los restaurantes como en los hogares salvadoreños a través del tiempo, ya que en la actualidad son utilizadas ollas de metal, cocinas de gas o eléctricas y los alimentos son servidos en platos de loza, porcelana, cristal o vidrio.
A pesar de todos estos cambios, David López de 28 años originario del cantón San Nicolás de Monte San Juan, Cojutepeque, ha regresado a la época de cuando nuestros antepasados ocupaban utensilios de barro y morro, leña, endulzaban el café con dulce de atado; todos estos elementos David los ha reunido para que sus clientes recuerden y se trasladen al pasado por unos momentos, recordando cómo cocinaban sus madres o abuelas.
Frijoles sancochados o molidos, huevo picado o estrellado, cuajada, requesón, guineo majoncho o plátano frito, carne oreada, chicharrón, tortilla tostada, chocolate y por supuesto, no podían faltar, chorizos de “Cojute”, esto es lo que ofrece el restaurante Los Tíos ya sea en el desayuno o almuerzo, preparados en olla de barro y pocas veces en ollas de metal, pero eso sí todos los alimentos son cocidos con leña. Este lugar se encuentra ubicado en el Km 32 de la carretera panamericana, Cojutepeque, Cuscatlán.
Para David no ha sido fácil iniciar su negocio. Antes tenía un trabajo fijo como guardia de seguridad en una empresa privada y decidió renunciar y convertir la idea de su emprendimiento en una realidad, el cual era abrir un negocio donde podría ofrecer alimentos, pero preparados de forma diferente. “La verdad que quería atraer a la gente cocinando algo de nuestras raíces. A muchos les escuché decir que los frijoles en olla de barro sabían diferentes, además con mi comida quiero que las personas revivan los recuerdos de cuando eran jóvenes”, aseguró.
El joven emprendedor abre su negocio por primera vez el 19 de julio de 2021. Inició vendiendo al lado de la carretera refrescos y frutas, pero proyectándose en vender comida en el futuro cercano y así fue. El lunes 2 de agosto del mismo año a las 4:00 de la mañana, David empezó a cocer los frijoles. Para esto pidió consejo a su mamá porque él no sabía cómo hacerlos, de hecho, no conocía mucho sobre cocina. Todo marchaba bien con la preparación, pero ese día no vendió ni un solo plato y eso que había avisado a sus conocidos y amigos dos días antes que empezaría a vender comida.
Esta experiencia fue decepcionante. “El camino del emprendedor no es fácil”, comenta David. Por un momento pensó buscar de nuevo un empleo con salario fijo, pero se resistió y decidió seguir intentando arrancar. Para el segundo día vendió su primer plato. Recuerda que le ordenaron frijoles, crema, carne y dos tortillas a un dólar a un señor que era recolector de basura, que por cierto quedó satisfecho. “Me sentí muy alegre de verdad, porque nadie le pone atención a uno cuando está empezando y mi primera venta fue a alguien de quien no me lo esperaba”.
David no es un experto en la cocina, por eso se está preparando académicamente pero su mayor fuente de conocimiento culinario lo adquiere escuchando las opiniones de sus clientes y amigos. Por ejemplo, éstos le sugirieron incorporar en su menú nuevos platillos ya que al inicio no ofrecía huevos, chorizos, cuajada y el chocolate, los cuales han sido bien aceptados.
El restaurante está en el kilómetro 32 de la carretera Panamericana, sobre un terreno a orilla de calle. Primero estaba hecho con varas de bambú, plástico y palmas de coco, pero los materiales provocaron tres incendios en el área de la cocina cuando la grasa de los chorizos chisporroteaba sobre las llamas y se encendía alcanzando el techo. Afortunadamente el joven estaba atento al percance y no hubo víctimas que lamentar.
Las personas que apreciaban y conocían a David le ayudaron como pudieron a conseguir mejores materiales para la estructura. “La verdad que recibí el apoyo de la gente, que ve el esfuerzo de uno, le debo a esas personas que me dijeron “te voy a dar para que construyas para la bodega, la cocina para evitar estos incendios”. Le agradezco a esas personas altruistas”.
Hoy en día las condiciones del local y el servicio han mejorado. De solo vender desayunos ahora ofrecen almuerzos en los horarios de lunes a sábado de 6: 00 a.m. a 2:00 p.m. y los domingos de 7:00 hasta las 11:00 a.m. David tiene que combinar sus estudios con su negocio ya que para él es muy importante seguir preparándose.
Los días miércoles, jueves y viernes David asiste a sus clases de Técnico en Gestión y Desarrollo Turístico en la Universidad Católica de El Salvador. “Quiero especializarme, preparar mi futuro porque si este negocio continúa creciendo voy a tener más conocimiento para saber atender como se debe a los clientes”. Mientras David se encuentra en la universidad, sus familiares Abigail y su cuñado atiende el negocio, pero nunca delega la responsabilidad de ir en la mañana al mercado y dejar listos todos los ingredientes.
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De adolecente David pensaba que los estudios no eran necesarios y dejó de estudiar en noveno grado. Sin tener bachillerato David entra al Ejército en el 2013 hasta el 2018. En todo este tiempo el joven perdió oportunidades de trabajo dentro de las Fuerzas Armadas por no ser bachiller, como trabajar el Hospital Militar y en la Escuela Militar. Perder esos empleos llevó a David a decidirse y estudiar bachillerato. El 1º año lo hizo en el Ejército, el resto mientras trabajada de vigilante en una empresa privada estudiando los fines de semana. Se graduó a los 26 años. “Yo lloraba de alegría”, recuerda.
Con el título se decidió entrar a la Universidad de El Salvador para estudiar Lenguas Modernas de Inglés y Francés, pero abandonó esa carrera porque el costaba demasiado combinar el trabajo y el estudio. Pero para no dejar de aprender, inició el técnico que en el que está ahora y que al terminarlo tiene proyectado seguir estudiando otros y un día también terminar la carrera en Lenguas de la UES.
Bautizó a su negocio como “Los Tíos” en honor a sus tíos que le ayudaron económicamente desde pequeño, a pesar que vivía con su mamá y sus dos hermanas, y quienes además le ayudaron a iniciar su negocio.