Ana Lilian Molina, de 43 años, llegó a un hospital de la red pública de El Salvador para buscar ser operada, debido a que en octubre del año pasado le diagnosticaron un tumor cerebral; pero lejos de hallar aliento, recibió palabras de desconsuelo por parte del médico que la atendió, según relató a El Diario de Hoy vía telefónica.
“Me hicieron una referencia y yo fui al hospital (ubicado en San Salvador), pero como está demasiado saturado, no hay camas, está colapsado; pero sin embargo fui. Allá me dijeron que como aún camino, no era emergencia. Que me llevaran a la primera convulsión o que fuera a sacar cita. El doctor le dijo a mi esposo que si sacaba cita se la iban a dejar a los nueve meses o al año. ‘Mejor cuando ella presente convulsión, a la primera convulsión se la trae porque esto está llenísimo’. El médico dijo que noviembre, diciembre, enero y febrero ya estaba agendado solo para prioridades”, relató la mujer, quien es originaria del cantón El Guayabo, en Armenia, Sonsonate.
Dichas palabras las recibió en noviembre del año pasado, y también le indicaron que podrían comenzar a tratarla en marzo, debido a la saturación del centro médico público.
Actualmente camina con ayuda de otra persona porque en diciembre perdió completamente la visión del ojo derecho; mientras que con el izquierdo, apenas logra ver. “Sola no puedo salir a la calle”, indicó.
El calvario para la sonsonateca comenzó en julio de 2021, cuando sin previos síntomas inició con problemas de visión.
Pensando que no era nada grave, fue a consultar a una fundación privada sin fines de lucro que se dedica a ofrecer salud visual a las personas.
Ahí le practicaron una serie de exámenes, los cuales no revelaban las causas del porqué a la fémina se le reducía su capacidad de visión cada vez que llegaba a una consulta.
Para entonces, los dolores de cabeza eran intensos. Por ello, en octubre, la fundación le recomendó realizarse una resonancia magnética cerebral, que reveló que tenía un tumor cerebral “que estaba bastante crecido”.
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La resonancia fue realizada en una clínica particular y leída en otro establecimiento privado, donde el neurólogo le dijo que era urgente la operación, por lo que le dio una referencia para un hospital público capitalino.
Los viajes hacia la capital, el pago de pasajes, de médicos particulares y de la resonancia, logró realizarlos con el esfuerzo económico de su esposo, quien es un jornalero de la comunidad.
Ante la emergencia y la respuesta negativa a la atención en el hospital público, la familia decidió hacer un préstamo; pero una quinta parte del monto tuvieron que pagarla como comisión en la misma institución financiera que les proveyó los fondos.
El esposo continúa pagando el crédito con lo poco que gana en la agricultura.
El dinero del préstamo sirvió para que Ana Lilian asistiera, en noviembre, a un hospital de especialidades de Sonzacate, Sonsonate, donde llegaron con la esperanza que los costos de la operación fueran de $1,000.
Ahí recibió un nuevo revés, porque el neurocirujano que la atendió le dijo que la operación debía de realizarse de urgencia, porque en poco tiempo podría perder la visión de forma total, quedar sin movimiento en su cuerpo y presentar convulsiones.
Además, el médico les dijo que en el establecimiento no hacen ese tipo de cirugía, porque son muy delicadas y no cuentan con el área requerida para su recuperación después de la cirugía.
Aunque el médico le ayudó a buscar otras opciones para ser intervenida, la respuesta fue que en uno de los sitios consultados la operación tenía un costo de $20,000 y en otro, $25,000.
“Lo único que hice fue llorar y llorar”, recordó, tras escuchar las cifras.
Finalmente, Ana Lilian encontró otro lugar donde le dijeron que la operan; pero que debe cancelar $12,000, que no logra cubrir.
“Seguí llorando porque era demasiado imposible (pagar esa cantidad) para nosotros. Lo puse mal también (al doctor que la recibió); solo recuerdo que lloraba y que no quería salir del consultorio y él necesitaba ver a otro paciente. Me puso la mano en la espalda, me dio palabras de ánimos, y me dijo que ‘tuviera fe, que los estudios decían la gravedad del caso; pero que hay un Dios que tiene poder’; me animó y dijo que si quería me hacía una referencia (para el hospital público en San Salvador), porque en otro no había salida. Me la hizo; pero ya no fuimos porque ya habíamos ido y así me quedé aquí en la casa”, relató Molina.
Un grupo de jóvenes de la Iglesia Católica se ha reunido para impulsar la campaña denominada “Una mano amiga para Lilian Molina”, que busca recaudar fondos para su intervención.
Ellos han elaborado afiches y en ocasiones salen a las calles con alcancías en busca de colaboración económica.
El último fin de semana de febrero también realizaron una serie de ventas de alimentos en la iglesia de la comunidad.
Molina ha sido una vecina muy activa en el cantón; incluso, en años anteriores enseñaba de forma voluntaria sobre valores a un grupo de treinta jóvenes con la finalidad de que se alejaran de la violencia.
Todo eso llevó a ganarse el cariño en la comunidad, que ahora busca darle una alegría, recaudando los $12,000 que requiere para la cirugía.
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“Lo que les solicito, en el nombre del Señor, es que si me pudiesen ayudar para reunir ese dinero y lograr llegar a la cirugía, porque de lo contrario es muy difícil porque el médico me dijo que no había otra forma más que operar, en vista de que el tumor es demasiado grande. Yo quisiera quedarme viendo con lo poquito que veo con un ojo. Lo que les solicito es una donación”, dijo con voz entrecortada.
Antes de julio, cuando comenzó a ver borroso, trabajaba como doméstica; pero se vio obligada a dejar el empleo ante los intensos dolores de cabeza y la dificultad de visión. Para entonces cotizaba en el Seguro Social; pero ya no pudo hacerlo al quedar desempleada.
Actualmente es su esposo quien debe cubrir los gastos de la casa e incluso el suero que ocasionalmente debe de aplicarse, junto a tiamina, que le ayudan a controlar los nervios para sobrellevar esta difícil situación.
Sin respuesta del Ministerio de Salud
El Diario de Hoy contactó con el departamento de Relaciones Públicas del Ministerio de Salud y con comunicaciones del hospital al que fueron Ana Lilian y su esposo, para contar con una respuesta oficial ante lo ocurrido. La gestión se hizo el martes 1 de marzo y la persona que respondió de parte del hospital indicó que iniciarían la investigación interna, pero que también se solicitara vía Ministerio de Salud por correo electrónico. Hasta el cierre de esta nota, dichas gestiones no resultaron en una respuesta de las autoridades consultadas.
SOLIDARIDAD
Las personas que desean ayudar a Ana Lilian Molina la pueden contactar al número telefónico 7469-4182 o hacer un depósito económico a la cuenta número 200-010-945937-0 del Banco de Fomento Agropecuario.