Cada vez que actores extranjeros condenan los notorios abusos de poder de Nayib Bukele, este recurre a una maniobra usual del manual de los líderes autoritarios: el reclamar injerencia y denunciar ataques a la soberanía nacional.
A juicio de Tamara Taraciuk, hay una suerte de trampa detrás de esta maniobra de Bukele y es que considera que “el principio de la soberanía es arcaico y no se aplica en casos de violaciones a derechos humanos”.
Al respecto, la directora interina de Human Rights Watch (HRW) explica que cuando se trata de violaciones a derechos fundamentales, se trata de garantías universales que no tienen fronteras.
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Taraciuk enfatiza que “escudarse en el principio de soberanía para tratar de esquivar cuestionamientos por violaciones a derechos humanos es una práctica habitual de los autoritarios pero no se justifica en el principio de no intervención”.
Aplaude sanciones internacionales
Por el contrario, la directora de HRW celebra que haya una serie de condenas internacionales a personajes responsables de golpes a la democracia o abusos graves a derechos humanos.
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Taraciuk considera “importantísimo que exista conciencia a nivel internacional y cuestionamientos duros y fuertes por parte de otros gobiernos en América Latina, Europa y Estados Unidos que envíen un mensaje contundente de que este tipo de acciones no son tolerables”.
Entre ellos, resalta las sanciones que Estados Unidos ha impuesto a funcionarios implicados en el debilitamiento democrático o la corrupción significativa, como la Lista Engel que remueve las visas de estos personajes o la designación Magnitsky Global que congela fondos en el sistema estadounidense.
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A su criterio, son instrumentos que hay que aprovechar porque envían un mensaje contundente: “que estas personas implicadas en hechos de corrupción, en violaciones a derechos humanos o en ataques a las instituciones democráticas no son bienvenidas en las democracias del mundo y su dinero no es bienvenido en las democracias del mundo”.
Por ello, espera que más países adopten medidas de este tipo.
Asimismo, manda un mensaje a El Salvador: si quiere seguir siendo parte de la comunidad de las democracias que cooperan entre sí, debe cambiar su patrón de prácticas abusivas y violatorias de derechos humanos.