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Río en Zacatecoluca resurge tras más de dos décadas de sequía

El nacimiento que alimenta la corriente se encuentra en el cantón Liévano, en la zona norte de ese municipio. Los pobladores aún tratan de explicar cómo volvió a verter. El lugar en sus mejores tiempos era fuente de esparcimiento y desarrollo

Por Enrique Carranza | Feb 14, 2022 - 06:00

Eduardo Molina es uno de los lugareños que más se entusiasma con el resurgir del río, sostiene que puede volver a ser un lugar productivo y de esparcimiento familiar.  Fotos EDH / Yessica Hompañera
Eduardo Molina es uno de los lugareños que más se entusiasma con el resurgir del río, sostiene que puede volver a ser un lugar productivo y de esparcimiento familiar. Fotos EDH / Yessica Hompañera

“Es un milagro de Dios y la naturaleza”, “quizás fue por algún temblor”, comentan maravillados y alegres algunos de los habitantes de cantón Liévano, al llegar hasta el nacimiento del río que volvió a correr tras permanecer 20 años seco.

El cantón Liévano se encuentra en la zona norte de Zacatecoluca, departamento de La Paz; y desde los últimos días de diciembre anterior el renacer de su río ha sido la sensación del lugar.

El afluente está situado entre vastos terrenos áridos donde solo destacan inmensos árboles cargados de mangos sazones; los potreros con reses y caballos también son parte del paisaje.

El afluente pasó más de 20 años en sequía. Los pobladores del cantón Liévano, en Zacatecoluca, La Paz, aún no logran explicar su renacimiento, pero celebran el resurgir de su río.

Una calle en ruinas, con señales de que en sus mejores años fue empedrada, es la entrada principal al nacimiento. También sirve para llegar a un sinfín veredas de difícil caminar.

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El nacimiento es parte de la hacienda Santa Catalina, que era una próspera propiedad cuyo casco se encuentra en las cercanías.

“Poco antes del 24 de diciembre se escuchó que comenzaba a brotar agua de nuevo, fue alguien de aquí mismo del cantón quien lo vio y nos dijo. Al inicio yo no le creía, pero me dejé venir”, relata Eduardo Molina, quien ha permanecido toda su vida en ese cantón.

En el nacimiento del río hay dos estructuras rectangulares y una cuadrada(en algún momento techada), todas construidas con ladrillo de barro y cemento. Estas servían para acumular agua allá por las décadas de los 70 y 80.

También hay espacios para lavar ropa y dos baños, estos últimos destinados para el aseo de las personas que llegaban a lavar.

En esos tiempos el río del cantón Liévano era rico en cangrejos, peces y caracoles, además de otras especies vegetales. Foto EDH/ Yessica Hompanera

“El propio nacimiento se encuentra abajo de la pila que era techada, esa se llenaba y por rebalse pasaba a las demás, luego a los lavaderos y baños”, continúa Eduardo.

FOTOS: “¡Es un milagro!”: Río en Zacatecoluca rebrota agua después de más de dos décadas

Entre el asombro por el inesperado rebrote del caudal, a los pobladores que lo visitan le emergen los recuerdos de la niñez.

“Desde cipotes nos veníamos para acá, era tipo 4 o 5 de la mañana, nos bañábamos , de allí nos ibamos para la escuela”, recuerda Gonzalo Romero, de 54 años.

Esas visitas tempranas también servían para acarrear agua, pues cada quien llevaba un cántaro lleno en el regreso a casa.
“Aún no nos explicamos qué sucedió, quizás fue por algún temblor que se volvió a abrir la vena de agua”, comenta Gonzalo.

En esos tiempos el río del cantón Liévano era rico en cangrejos, peces y caracoles, además de otras especies vegetales.

Por hoy, los habitantes de la zona ven la posibilidad de “reactivar” el lugar como en sus mejores tiempos, están conscientes que el esfuerzo humano que les espera es grande, también piensan en buscar ayuda con la municipalidad. Foto EDH/ Yessica Hompanera

“Era el centro turístico de los cantones vecinos, quizás todos los pobladores de la cercanías en alún momento disfrutaron de sus aguas”, continúa Gonzalo.

En ese momento, el río bañaba a al menos tres cantones cercanos.

“Eran unos 20 minutos de camino con el cántaro de 50 botellas en el hombro, todos los días, a veces se hacían dos o hasta tres viajes..., eran bonitos esos tiempos”, relata con nostalgia Héctor Calderón, vicepresidente de la adesco local.

Luego, durante el conflicto armado, la zona se volvió peligrosa. La guerrilla y el ejército la frecuentaban; con los años llegó el agua domiciliar, y en los últimos años las pandillas arreciaron su presencia en la zona, hasta provocar que los vecinos dejaran de frecuentar. Y lo último que conocieron es que el río del cantón se había secado.

Por hoy, los habitantes de la zona ven la posibilidad de reactivar el lugar como en sus mejores tiempos. Están conscientes que el esfuerzo que les espera es grande, también piensan en buscar ayuda con la municipalidad.

“Antes la patrulla cantonal organizaba la limpieza y los trabajos allí, allá en el pueblo pegaban rótulos donde se anunciaba la actividad y la búsqueda de voluntarios”, concluye Eduardo, con esperanza.

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