El 10 de enero de 2022 Jorge cumplió 18 años y el regalo que su madre le entregó fueron 40 dólares para pagar la matrícula de un curso de Inglés que el joven deseaba realizar en una academia, localizada en el centro de Quezaltepeque.
“Ese era su sueño, graduarse de Inglés y trabajar de eso que él estaba aprendiendo, porque la albañilería es bien pesada”, relata Maribel Amaya, la madre de Jorge Luis Caridad Amaya, unos de los más de 71,000 capturados en el régimen de excepción.
El joven comenzó a trabajar como ayudante de albañil cuando abandonó sus estudios de octavo grado, debido a que poco le gustaba la escuela y prefirió ayudar a su familia, quienes son de escasos recursos. Pero Jorge tenía pasión por el Inglés y por ello tomó un curso, que luego tuvo que dejar por falta de dinero.
El año pasado había retomado sus clases, los sábados por la tarde, y con mucho esfuerzo costeaba la mensualidad con lo poco que ganaba semanalmente. “El maestro al ver el esfuerzo de mi hijo lo motivaba bastante y le había prometido ayudarle a conseguir un buen trabajo”, dice la madre.
El 14 de mayo del año pasado cuando iba a sus clases fue interceptado por un grupo de policías en el barrio Guayabal, en el centro de Quezaltepeque, le revisaron sus cuadernos, luego se lo llevaron al puesto policial más cercano con la excusa de que le harían una preguntas, pero ya en la delegación lo esposaron y le dijeron a su madre que quedaría detenido por colaborador con pandillas.
“Mi hijo nunca había estado detenido, nunca había tenido problemas con la ley. De ahí se lo llevaron al penal de Izalco y ahí comenzó el calvario de nosotros” explica Maribel.
Sin información
Los primeros días Maribel no supo con certeza donde había sido recluido Jorge, por lo que se quedó 21 días durmiendo a la intemperie en los alrededores del penal de Izalco, hasta que logró confirmar que estaba ahí y le llevó el primer paquete.
Un mes después fue recluido en la penitenciaría de Mariona, donde según su madre ha presentado problemas de desnutrición.
Las autoridades no han informado a la familia de Jorge sobre su condición de salud, pero una foto compartida en grupos de Facebook alertaron a su madre que el joven había sido llevado al Hospital Rosales para recibir atención médica. “Cuando ví la foto yo lo reconocí inmediatamente. ¿Cómo no voy a reconocerlo si es mi hijo?” expresa.
La situación de salud de Jorge y la falta de información por parte de las autoridades de Centros Penales hizo que Maribel buscara ayuda con organizaciones defensoras de derechos humanos.
Es así, como en septiembre del año pasado presentó un habeas corpus ante la Corte Suprema de Justicia, pero hasta ahora no ha tenido respuesta.
Maribel alega que su hijo es inocente y que no ha cometido el delito por el que le acusan. Por ello, también presentó una denuncia ante la Procuraduría de Derechos Humanos (PDDH) pero tampoco le han contestado.
Por otra parte, el abogado de la Procuraduría General de la República asignado, tampoco le ha informado de cómo va el proceso judicial.
“Mi hijo tenía muchos sueños basados en el Inglés y se estaban esforzando, tenía muchas metas y muchas ilusiones pero se los truncaron” dice con resignación.