Les toca dormir en los parques o aceras, debajo de trozos de cartones y plásticos; improvisan baños para su aseo personal, o a veces tienen que ir a un río a lavar la ropa: son algunas de las dificultades que enfrentan a diario los hombres y mujeres que trabajan en diferentes áreas en los campos de las ferias patronales y titulares que se celebran en los municipios.
Las personas que trabajan en las ferias se alejan de sus casas hasta por 15 días; algunos trabajan en los juegos mecánicos, otros en las ventas de las artesanías, golosinas y comida. Son grupos de personas que han formado una segunda familia y a todos les toca andar trabajando en los pueblos.
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Norma Aguilar, de 24 años, originaria del municipio de Quelepa, San Miguel, lleva un año de haber iniciado a trabajar en una venta de comida en uno de los negocios de la feria.
Recientemente estuvo en el municipio de Pasaquina, La Unión. Ella se dedica a la cocina y en atención al cliente.
Aprovechando que en el lugar hay un río cercano, un día le tocó lavar los manteles y los utensilios de cocina que se usan para la preparación y venta de los alimentos.
“A los feriantes nos toca difícil hacer nuestro trabajo porque nos toca enfrentarnos a muchas dificultades, especialmente a nosotras las mujeres, como dormir, bañarse y otras necesidades. A veces recibimos humillaciones de algunas personas que nos tratan mal por andar trabajando en los campos de la feria”, agregó Aguilar.
La mujer es madre de dos niños de 2 y 6 años de edad. Los deja al cuidado de una pariente y asegura que hará todo lo posible por no llevarse a sus hijos al trabajo de la feria, porque ha visto cómo los niños sufren y se enferman.
Durante su estadía de más de una semana en las ferias de Pasaquina, fue víctima de maltrato por parte de un ciudadano, quien llegó a la acera donde ella y sus patrones estaban dormidos debajo de unos cartones: fue entonces cuando el hombre llegó y les tiró agua.
Otros trabajadores manifestaron que, por la necesidad ante la falta de un empleo formal, no les tocó otra alternativa que trabajar en las ferias, aunque eso significa que deben enfrentarse a los problemas de salud, los hijos no continúan con los estudios y hasta inconvenientes de seguridad con las pandillas en las distintas zonas que visitan.
Es el rostro triste detrás de la alegría de los juegos mecánicos, sus luces y sus atracciones.