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Muertes, torturas y abusos en cárceles marcan el principal plan de seguridad

El Diario de Hoy inicia una serie de reportajes sobre el cuarto año del gobierno de Bukele, los cuales expondrán evaluaciones en diferentes áreas a partir de análisis propios y de especialistas.

Por Nohemi Ángel | May 28, 2023- 21:37

Ilustraciones EDH

En la práctica, el principal plan de seguridad no es el Plan Control Territorial, sino el régimen de excepción, que ha mandado a la cárcel a más de 68,700 personas y que se ha convertido en el programa estrella del gobierno de Bukele al llegar a sus cuatro años de gestión. Pese a ser, como su nombre lo indica “excepcional” o por emergencia, este estado de excepción o estado de sitio se ha vuelto permanente y permite capturar sólo por sospecha de que alguien pertenece a las pandillas, sin garantizar derechos judiciales ni el debido proceso a los detenidos. Por eso, las autoridades han tenido que admitir que encerraron a más de 5,000 inocentes, a lo que se agrega la muerte de más de un centenar estando en prisión y a cuyos cuerpos les han encontrado señales de torturas, según organismos de derechos humanos.

Analistas han advertido que el gobierno no está acabando con las pandillas, sino que las está “conteniendo”, con lo cual el problema sigue latente. Por tanto, no se puede decir que se está construyendo un nuevo país, como se vende la imagen en el exterior, sino que se está manteniendo oculto un verdadero problema.

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¿Pero qué sucede en las cárceles?

“Cada recinto está fortificado por paredes y electricidad. El único espacio que tienen (para movilizarse) es donde está la cancha, esa parte es donde lavan y donde se bañan”, relata una de las dos fuentes consultadas por El Diario de Hoy, que han tenido acceso a penales de gran capacidad pero en preocupantes condiciones a causa del hacinamiento. Oscuridad, suciedad y mal olor, son las palabras que ambas fuentes utilizan para describir las cárceles de El Salvador.

Además de las condiciones de insalubridad, los detenidos tampoco tienen acceso a atención médica, de hecho, según las fuentes, ni siquiera tienen acceso a los medicamentos más básicos como analgésicos. Esta situación se vuelve aún más preocupante para las personas que tienen padecimientos crónicos y que debido al régimen de excepción han detenido por completo sus tratamientos, poniendo en riesgo su vida.

Para una de las fuentes que tuvo acceso a la cárcel mientras entregaba insumos de primera necesidad y que por motivos de seguridad será identificado como Antonio, el panorama dentro de las cárceles sólo puede describirse como un “drama inhumano”.

Vivir en la cárcel

Datos presentados por la organización humanitaria Cristosal detallan que el nivel de población  reclusa ha aumentado tras las numerosas capturas, provocando que la capacidad total de los centros penitenciarios sea superada en un 145%.

Los datos que manejan las distintas organizaciones defensoras de derechos humanos sólo son un fragmento de la realidad que enfrentan los prisioneros y los testimonios  retratan la vida dentro de las cárceles.

El testimonio de Dolores Almendáriz es uno de los más descriptivos sobre las condiciones de vida dentro de prisión. Ella fue acusada de agrupaciones ilícitas y fue liberada con condiciones. Es sindicalista y defensora de derechos laborales y estuvo recluida durante siete meses en Cárcel de Mujeres y el Penal de Izalco y cuenta los abusos que sufrió durante los meses de su detención. 

Según el relato de Dolores o “Lolita”, como suelen llamarla sus amigos más cercanos, desde que entra a la cárcel “uno se siente el ser más miserable” y asegura que incluso las personas en condición de indigencia duermen mejor que las personas en prisión.

“Es terrible estar en la cárcel. Nos dieron una cubeta que siempre teníamos a la par. Dormía a la par de la cubeta en la que hacía las heces y orina y salpicaba a otros. Cuando ya se estaba llenando la cubeta, era horrible estar soportando eso y así se comía y dormía”, recuerda.

Lo descrito por Dolores coincide con lo que dice Antonio, quien tuvo acceso a penales diferentes a los que estuvo Lolita. Él cuenta que los detenidos no pueden usar los sanitarios durante la noche y que por eso les asignan cubetas.

Para Tamara Taraciuk, actual directora del Programa sobre Estado de Derecho del Diálogo Interamericano, las violaciones a los derechos humanos dentro de las prisiones “son posibles, en gran medida, por la arremetida que llevó adelante, anteriormente, el gobierno de Bukele contra las instituciones democráticas en el país, que logró que hoy, en la práctica, las víctimas de abusos no tengan a quién recurrir”. Además de carecer de elementos básicos para la higiene personal, ambas fuentes coinciden en que uno de los problemas más graves es el hacinamiento.

“Duermen en camarotes de tres niveles y cada familiar de los internos les lleva una colchoneta. Cuando no hay camas, les hacen un espacio en el suelo, y a lo más que llegan es a un cartón para poder dormir “, detalla.

Lolita cuenta una versión muy similar a la de Antonio sobre su experiencia al dormir dentro de la cárcel, pero explica que además del hacinamiento, también tenían que dormir a la intemperie . “En la época de mayo vino un chaparrón(...) y todas estuvimos de pie; después, tratamos de ir secando (el piso) con las camisas y ahí tirarnos. Me tocó dormir sentada y parada”, recuerda.

Según lo detalla el Informe Mundial 2023 titulado Análisis Anual Sobre los Derechos Humanos en El Mundo, presentado por Human Rights Watch, “las condiciones carcelarias en El Salvador ya eran deficientes, pero (éstas) se han agravado (en el contexto del régimen de excepción)”.

Antonio cuenta que los reclusos no tienen insumos de ningún tipo y que de hecho los paquetes que sus familiares les llevan, no siempre llegan a sus manos.

“Se ve un montón de paquetes tirados en el suelo que no le llegan a todas ni a todos; nunca he visto que los internos tengan un lugar donde guardar su azúcar, café (...) y en los recintos de mujeres no tienen papel higiénico y algunas se limpian con toallas sanitarias”, detalla la fuente.

Esta situación se repite tantas veces que para Antonio, las familias no deberían llevar los paquetes, pues la posibilidad de que sus familiares lo reciban es casi nula. “Yo les diría a  las personas que ya no lleven porque están tirando al aire, porque no saben si les llega”, agrega.

Otro aspecto preocupante para Antonio, quien tiene muchos años de ingresar a las prisiones, es que ahora no hay espacio de recreación ni programas de rehabilitación. “Antes había talleres en el patio, de carpintería, mecánica, escuela, hacían partidos de fútbol”, dice.

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Condiciones de salud

El Informe Anual Sobre Violaciones a Derechos Humanos Durante el Estado de Excepción en El Salvador, publicado por diversas organizaciones defensoras de derechos, detalla el estado de salud de las personas detenidas dentro de las cárceles del país.

El documento revela que gran parte de la población penitenciaria sufre de padecimientos crónicos, siendo los más comunes de ellos, el padecimiento cardíaco, diabetes, enfermedades renales, VIH+, enfermedades de la piel, entre otros.

“La gente se llena de piojos, hemorroides, infecciones en la vagina, hay personas enfermas de  diabetes, hipertensión, presión alta y por eso muere mucha gente, ahí solo el poder de Dios sanando”, dice Lolita.

Otro de los problemas relacionados a temas de salud dentro de las cárceles, es el problemas de los hongos, pues estos se esparcen con facilidad, generando que rápidamente cientos de personas resulten infectadas.

“El problema de todos los centros penales son los hongos(...) si una persona  en cualquier centro aparece con un hongo, esa persona los riega (...) el problema es porque el lugar donde se bañan no es higiénico (...)  hay gente con problemas de salud grave. No hay atención. No hay medicamentos “, señala Antonio.

Las cárceles durante el régimen

Para expertos en el tema, lo que sucede en las prisiones es denigrante y  representa una clara violación a los derechos humanos, pues el derecho internacional establece que todo detenido debe ser tratado dignamente.

Para Tamara Taraciuk lo que ocurre en las cárceles de El Salvador viola las reglas internacionales que sugieren que los detenidos tengan acceso a condiciones mínimas, como el acceso a suficiente luz y ventilación, a realizar ejercicio y al aire libre, entre otros. Ella explica que esta situación, “es muy preocupante porque se está generando la idea de que vulnerar derechos fundamentales y llevarse puesta a la democracia es tolerable si a cambio los gobernantes nos dan respuestas a los problemas que enfrentamos como sociedad”.

Según Taraciuk, es importante discutir cuál será el impacto de estas medidas a largo plazo, pues a pesar de que actualmente han dado resultados positivos en los índices de inseguridad, hay muchas personas inocentes que han resultado afectadas por estas medidas y que no tienen garantías para demostrar su inocencia.

Al final, Tamara Taraciuk es enfática al decir que “no tiene por qué ser incompatible respetar la democracia con proveer seguridad”.

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