Una piscina olímpica oficial tiene 2.7 metros de profundidad. Hasta esa altura llegó el agua en los pisos subterráneos del taller de Franklin Paredes López, en la inundación sufrida en la zona el 26 de abril de 2021, en la vivienda número 733.
Desde entonces, este ingeniero mecánico que lleva sustento a su familia con su taller de fabricación y mantenimiento de maquinaria, se ha enfrentado al mismo Vía Crucis que otras familias afectadas sobre la 4a. Calle Oriente en el Barrio San Esteban, con intervenciones temporales de personal de entidades de Gobierno, que no han dado una solución definitiva al problema.
Así lo cuenta el dueño del taller, visiblemente agotado por una situación que ya llegó a dos años y cuatro meses.
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Al inicio, en 2021, “se tardaron de 6 a 8 meses para poder ver el problema exactamente donde estaba, comenzando desde la casa de los Martínez, donde se inundó. Después de la inundación de ellos, creyeron que era solamente un problema de tubería, pero les mostré lo que había pasado al rebalsarse.
Le han venido dando seguimiento, vinieron autoridades de Gobernación, vino el ministro, mencionó que iban a hacer un proceso de reconstrucción; pero desués de eso se quedaron como un año sin resolver nada.
En la zona del parque Zurita han comenzado los de ANDA a desviar el agua, para que ya no se nos llenara completamente. Ahora solo que sea exagerada la tormenta se nos inunda, sí están desviando un poco del agua.
Hace un mes, vino el presidente de ANDA, hicieron la inspección; (pero) asumieron ignorancia, que no sabían cuál era el problema en sí, cuando en realidad hay un reporte en el Ministerio de Gobernación, que se lleva el caso.
No sé por qué han ignorado bastante esa situación, sabiendo que somos 14 casas las afectadas (solo en la zona de la 4a. Calle Oriente).
Debido a la necesidad, tuvimos que adquirir un local enfrente, para poder solventar el espacio, porque aquí (en el taller inundado) era la zona de fabricación de maquinaria, y tuvimos que alquilar primeramente enfrente y trasladar el taller. Tuvimos pérdidas aproximadamente de unos 25,000 dólares.
Se fueron equipo de soldadura, pulidoras y materia prima que nosotros utilizamos”.
El Diario de Hoy visitó el taller el 14 de septiembre pasado, mientras llovía levemente, y verificó la cárcava que aún se llena de agua en uno de los cuartos del extaller, donde se mantiene lodo y mal olor, además de las ruinas de la que fueron las paredes con la casa vecina.
“Entre instituciones se tiran la bola, porque asumen que son aguas negras, aguas lluvias… independientemente, lo que queremos es que nos solventen el problema, o que nos den una solución”, cierra Paredes López.