Un comedor de madera, uno de sus pocos bienes que considera en buen estado, es lo que Roxana Guadalupe Flores Rivera, de 32 años, está rifando en estos días. La joven, quien en enero fue diagnosticada con cáncer de colón, vende el ticket a $3.00 con la idea de reunir dinero para pagar deudas y sostener a sus dos hijas de 5 y 7 años.
La rifa será el próximo 28 de febrero.
“A mí se me cayó el mundo en ese rato. Iba solita pero cuando me dijeron, llamé a un familiar porque la carga emocional que sentía era bastante grande. Lloré mucho. Aunque estaba algo consciente no es fácil recibir una noticia así”, dice con su voz entrecortada al recordar el día en que un especialista del Hospital Nacional Zacamil le confirmó la presencia de un tumor en su intestino.
Sin embargo, hoy frente a esa realidad tiene fe en que como bien dice “va a conseguir librarla”.
Hasta el momento en que recibió el diagnóstico su vida cotidiana transcurría saltando de un bus a otro para vender golosinas o cualquier otro producto que le dejara alguna ganancia para sobrevivir. Eran jornadas largas, de 8:00 a.m. a 8:00 pm., en las que siempre la acompañaban Juana Betsabé, su hija mayor y Camila Angelique, la menor.
Roxana Guadalupe explica que está recibiendo tratamiento en el Hospital Nacional Zacamil, en donde hace un par de semanas le practicaron un procedimiento para abrir un espacio que le permita evacuar las heces, algo que antes no podía debido a que el tumor afecta casi el final de su intestino.
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La joven manifestó que hace un par de días también le hicieron transfusiones de sangre, esto porque tenía anemia y es necesario que sus plaquetas se eleven para que soporte las sesiones de quimioterapia que le han programado para marzo.
Como va seguido al hospital no le es posible salir a vender la jornada completa y cuidar a las dos niñas como antes, además las fuerzas para hacerlo se le han disminuido considerablemente, por eso ha tenido que enviarlas con familiares mientras cumple el tratamiento. Hoy solo puede tenerlas con ella por días.
La decisión de separarse de sus hijas ha sido igualmente dura, considerando que ella, luego de que sus padres se separaran, pasó su infancia y adolescencia trabajando y viviendo con otras personas, casi como nómada, entre Sonsonate, Santa Ana y su natal San Salvador. Eso es algo que no quiere que sus retoños vivan, dijo.
Esta madre es avispada y visionaria. Con miras a superarse estudió la educación Básica en el Centro Escolar Nicolás J. Bran, ubicado cerca del Bulevar Venezuela, en esta capital, y el bachillerato general modalidad a distancia, en el Centro Escolar Jorge Lardé, de Izalco.
Comentó que tras finalizar el bachillerato se vino a vivir a Guazapa, en San Salvador, en donde se comenzó a establecer y ha intentado salir adelante con su venta de dulces: “Se puede decir que así las he sostenido (a las niñas) desde hace seis o siete años hasta la fecha”.
En medio de su situación Roxana Guadalupe no renuncia al sueño de que sus hijas, a diferencia de ella, sí tengan una casa propia, por eso a la par de luchar contra él cáncer está enfrascada en reunir los $188.51 que cada mes tiene que cancelar por un lote que tomó antes de que se le declarara la enfermedad.
“Yo les pago un lote con la intención de que ellas en el futuro no tengan que preocuparse por su vivienda. Yo lo único que quiero es que ellas lleguen a su casa ya grandes, ya (sea que) lleguen a estudiar o lleguen de trabajar, descansen y no se preocupen de mayores cosas, porque yo he vivido de arrimada se puede decir, he vivido alquilando y sé lo difícil que es no tener un hogar donde llegar, por errores de mis padres, pero yo ese futuro no lo quiero para mis hijas”, afirmó.
Tener una vivienda propia y digna le ha costado más de lo pensado. Explica que en los esfuerzos por levantar su casa en el terreno ya la han estafado un par de veces con el tema de la construcción.
Aunque sigue firme en su propósito, el temor de no reunir la cuota y perder el lote es una de las cosas que le quita el sueño, y eso también la ha llevado a tomar la decisión de rifar primero un colorido comedor, e incluso planear hacer lo propio con una computadora que compró con la idea de hacer realidad otro de sus sueños postergados: estudiar y trabajar como diseñadora gráfica.
Ella dio los primeros pasos hacia la meta de profesionalizarse cuando estudió un curso de cuatro meses en INSAFORP (Instituto Salvadoreño de Formación Profesional), luego compró la computadora, que prácticamente nueva tuvo que empeñar. Hoy su idea es rescatarla con dinero que reúna para luego rifarla. Luego seguirán otros de sus enseres del hogar.
La sombra en sus planes
Roxana Guadalupe trata de hacer cara alegre, levantar su ánimo ante una enfermedad que empezó a evidenciarse con dolores abdominales fuertes, dolor en el recto, sangrado abundante a ratos, acumulación de heces y opresión. Eso a ella la hacía sospechar que había algo malo.
“Fui a la unidad de salud un par de veces, pero lastimosamente me pusieron con un médico tan aburrido que solo me decía hemorroides son. Me daba medicina para las hemorroides y ahí moría. Él ni siquiera me hizo ningún examen físico para descartar nada”, señala.
Ese diagnóstico no la convenció porque había leído en Facebook el anuncio de un coloproctólogo privado en el que describe los síntomas del cáncer de colón y coincidía con lo que experimentaba. Ella atendió el consejo del médico de que consultara y como no tenía dinero para ir a esa clínica lo tuvo que hacer en la unidad de salud, pero sin buenos resultados.
“Al final, en diciembre, un día que yo ya no aguantaba el dolor, yo me venía doblando en los buses. En un bus que yo venía entonces escribí un tuit (al ministro de Salud), desde una cuenta que tengo de Twitter, y entonces el ministro me contestó que me iba a referir y me iba a ayudar en eso. Antes de una hora ya me estaban llamando del Ministerio de Salud para decirme con qué médico iba a pasar”, detalló.
El 2 de diciembre, justo un día después de haber enviado el tuit al ministro, tuvo consulta con una doctora del Hospital Nacional Zacamil. La galeno le explicó que los resultados de exámenes confirmaban la presencia de una masa bastante grande, tras lo cual le ordenaron una biopsia y la colonoscopía: “Como a inicios de enero me dieron la noticia de que sí realmente es un cáncer el que tengo”.
Aunque hay varios factores que pueden provocar cáncer de colon, Roxana comenta que en su caso es hereditario, dado que uno de sus abuelos falleció a causa de eso.
En el momento que le informaron el resultado pensó sobre el compromiso que recién había adquirido con el Fondo Social para aplicar a una casa en el mismo lote, por lo cual debe estar al día con la lotificadora para no perderlo.
Y es que tiene que reunir como mínimo $30.00 diarios para cubrir compromisos, incluyendo préstamos que hizo para comprar cosas que necesitaba para su casa, la alimentación que ahora mismo la tiene racionada.
“Estoy saliendo por ratos (a vender) porque tengo que reunir los pagos del lote”, citó Roxana Guadalupe el pasado jueves.
Durante febrero no pudo trabajar mucho porque estaba recién operada y pues, de acuerdo a lo que señala, su energía ya no es la misma porque para colmo de los males desde julio que le dio covid quedó debilitada.
En medio de todo se muestra igualmente esperanzada de que sus hijas estudien este año, primer grado y preparatoria. El año pasado no pudieron hacerlo.
La joven madre guarda la ilusión de que el proyecto con el Fondo y la alcaldía dará su fruto para lograr inaugurar pronto su casa y disfrutarla con sus niñas, Juana y Camila.
Esta valiente salvadoreña, en medio de tratar de solventar necesidades de ella y sus hijas, en ocasiones especiales como la fiesta de Navidad también se ha embarcado en iniciativas solidarias que favorecen a otros pequeños.
Es así como, bajo la figura de padrinos, ha impulsado colectas para que los niños de la guardería de Guazapa tengan sus estrenos, juguetes sencillos.
El año pasado apoyó a una amiga para llevar ropa a unos 200 infantes que viven en tres sitios: comunidad Palo Verde, comunidad la 28 y comunidad La Burra. Ella dice que cuando pueda llevará un juguete a un par de niños que le quedaron pendientes.
Quienes deseen colaborar con Roxana pueden comunicarse con ella al teléfono 7269 - 0007.