Morena Herrera es defensora de derechos humanos y presidenta de la Agrupación Ciudadana por la Despenalización del Aborto en El Salvador. Tanto ella, como la organización a la que pertenece, han realizado una labor significativa en el reconocimiento y respeto a los derechos de las mujeres en el país. Este trabajo las convirtió este 2023 en las ganadoras del premio Simone Veil, que es otorgado por la República Francesa, el cual busca distinguir a una persona o colectivo que luche, en cualquier lugar del mundo, en favor de los derechos y de la condición de la mujer o de la igualdad de género.
Este reconocimiento lleva por nombre el de una mujer que estuvo al frente del Ministerio de Sanidad en 1975 en Francia y, pese a que perteneció a un partido conservador, luchó hasta legalizar el aborto en su país. Este premio es seleccionado bajo criterios de un jurado escogido por el Gabinete del Ministerio conjuntamente con un encargado de la Igualdad entre los hombres y mujeres, de la Diversidad y de la Igualdad de Oportunidades, compuesto de seis a diez personalidades francesas y extranjeras en favor de la igualdad de hombres y mujeres.
Además, en él concursan personas y organizaciones de todas partes del mundo que son propuestas por las diferentes embajadas de Francia. Para participar se proponen candidaturas al Ministerio de Relaciones Exteriores que han sido previamente identificadas bajo los criterios del premio.
Días previos a que Herrera, representante de la organización, viajara a Francia para recibir el premio, El Diario de Hoy conversó con ella sobre la lucha por los derechos sexuales y reproductivos en El Salvador, los avances y retrocesos en los derechos de las mujeres y lo que un reconocimiento como el del Gobierno de Francia significa en las manos de defensoras salvadoreñas.
¿Cómo ha sido luchar por los derechos humanos en El Salvador y por la legalización del aborto, cuando hay todo un sistema que parece oponerse a este derecho de las mujeres?
En El Salvador el respeto a los derechos humanos nunca ha sido total, menos para las mujeres. La lucha por los derechos humanos es ir abriendo espacios. Primero en la conciencia de las personas, luego en quienes dirigen las instituciones públicas para que entiendan que si trabajan en el Estado, laboran para todas las personas y deben tener responsabilidades en garantizar esos derechos.
Segundo, la posibilidad de un ejercicio real de exigencia de las personas y una mentalidad de que quienes estén en la cosa pública, tienen que garantizar estos derechos. Es un campo de disputa, construcción y relación entre las y los ciudadanos y las instituciones del Estado.
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Eso, llevado al campo de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, es una lucha mucho más intensa porque en El Salvador este tipo de derechos nunca han tenido total garantía.
De manera particular, la interrupción del embarazo no se comprende como un problema de salud pública que debe ser atendida por las instancias gubernamentales. Se habla del aborto como un problema malo, lejano y no como una realidad que está presente en la vida de muchísimas mujeres.
Luchar por este derecho ha sido luchar contra los silencios impuestos, pero también la autocensura en los propios movimientos que defienden los derechos de las mujeres. Poco a poco hemos ido abriendo campo. Yo creo que en la defensa de casos concretos como el de Beatriz, la gente se da cuenta porque no entiende cómo es posible que a una muchacha en esas condiciones le nieguen la interrupción de un embarazo.
El premio Simon Veil, que el Gobierno de Francia le va a entregar a su organización, lleva el nombre de una mujer conservadora que logró legalizar el aborto aún cuando se tuvo que enfrentar a un sistema que se oponía a legalizar el aborto, ¿qué significa para ustedes un reconocimiento como este?
Es un reconocimiento que nosotras recibimos con alegría, porque no ha sido fácil en este país abrir campo para esta lucha. Lo recibimos también con participación por ser un reconocimiento a una labor que es muy atacada, se inventan cosas, nos dicen cosas en las redes sociales.
Además, lo recibimos con humildad porque es un reconocimiento de un país (Francia) que fue de los primeros que estableció este derecho y reconoce una labor colectiva que construimos personas concretas. Yo siempre les digo a mis compañeras y compañeros que el colectivo es más que las individuas que lo integramos, porque generamos una relación entre nosotras de sinergía, potenciación, solidaridad y nos hace ser más grandes frente a los desafíos que enfrentamos.
Personalmente lo recibo también con confianza, porque así como Simone Veil logró en Francia el reconocimiento del derecho de las francesas al aborto, nosotras vamos a lograr este reconocimiento para las salvadoreñas.
¿En qué contexto se encuentran los derechos de la mujer en El Salvador y qué avances y retrocesos ha habido en los últimos años?
Nosotros como país avanzamos bastante en las normativas para la igualdad que es un paquete de leyes como la Ley contra la Discriminación, la Ley Especial Integral por una Vida Libre de Violencia (LEIV), reformas en el código municipal para que las alcaldías asumieran responsabilidades. Pero lamentablemente en los últimos años hemos visto un retroceso. Por ejemplo, algunas diputadas estuvieron discutiendo si derogar la LEIV. Es una mala señal derogarla porque para ellas mismas puede servir. Pararon la derogación, no sé en qué momento está este debate legislativo, porque ahora no hay información de dónde está el debate sobre leyes y políticas.
Pienso en que leyes como, la Ley Nacer con Cariño, tienen buenas intenciones, el problema es que no reconoce las realidades de muchísimas mujeres. El embarazo impuesto en niñas y adolescentes no lo contempla y una niña embarazada, producto de una violación, difícilmente va a tener un nacimiento con cariño, es casi imposible.
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¿Qué hace falta para que exista mayor apertura a discutir estas temáticas por parte del gobierno? ¿Puede la comunidad internacional impulsar ese diálogo?
Por parte del gobierno hace falta mayor voluntad política y mayor interés en la vida de las mujeres, de eso estoy segura. Muchas veces el problema es que las vidas de las mujeres no les importa. Es importante que reconozcan que la vida de las mujeres les importa como seres humanos, ciudadanas y que se asuman como servidoras y servidores públicos.
La comunidad internacional juega un papel fundamental porque tenemos un marco de reconocimiento de derechos comunes. Desde la ciudadanía tenemos también expectativa de esa comunidad internacional que se expresa en El Salvador mediante las misiones diplomáticas y la representación de instancias. Una de las más importantes en nuestra región es la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
La CIDH en El Salvador ha contribuido al reconocimiento de derechos, señalamientos de violaciones de derechos como la Masacre del Mozote, por ejemplo. La comunidad internacional ha contribuido, tenemos la sentencia de Manuela que emitió la CIDH en el 2021, muy importante para los derechos de las mujeres salvadoreñas y también para las mujeres de América Latina que sufren emergencias obstétricas y que son criminalizadas
En pocos meses vamos a conocer la sentencia de Beatriz. Espero que el Estado de El Salvador sea condenado por la violación de derechos a Beatriz y que las medidas de no repetición, que oriente la Corte al Estado salvadoreño, nos ayuden a ampliar el reconocimiento de derechos en el país.
La Agrupación Ciudadana por la Despenalización del Aborto, organización salvadoreña, recibirá un premio de alto prestigio a nivel mundial que se lleva a cabo de manera anual y que tiene por victoria la suma de 100 000 euros destinados al financiamiento de acciones o de un proyecto concreto piloteado por el ganador.