¿Cuál es la mujer que la inspira?, le pregunté a Gloria Mena. Una señora de 95 años de porte elegante y con una memoria lúcida que vive en San Salvador. Respondió sin titubear a Marie Curie, la física y matemática polaca que dio su vida por la ciencia. Fue la primera mujer en recibir dos Premios Nobel, uno de Física 1903 y otro de Química en 1911, 16 años antes que Gloria naciera.
Es hermana de cinco hombres e hija de una ama de casa y de un gerente general de una azucarera, ella se abría al mundo mientras soñaba en convertirse en científica, arqueóloga o maestra. Y así fue en aquellos años donde las mujeres tenían poco espacio en los salones de clases.
Al igual que Curie, la profesional le dedicó muchos años al estudio. Hasta la fecha es algo que agradece porque le permitió obtener dos licenciaturas de las que está orgullosa: lleva un título en licenciatura en Idiomas de 1968 de la Universidad de El Salvador y otro en Arqueología de la Universidad Tecnológica de abril de 2008. “Mi papá siempre me decía que debía no solo estudiar sino sobresalir. Me gustaba ser la primera del grado”, señaló. El colegio Sagrado Corazón y el Asunción donde se graduó de bachiller en Ciencias, Letras y Matemáticas.
“Antes éramos pocas y las carreras eran para los hombres, pero demostramos que somos capaces y eso me pone muy contenta. Si se dieran más oportunidades tendríamos más mujeres científicas (como Marie Curie)”
En 1947 llega a la Universidad de El Salvador donde se inscribió en la licenciatura en Química y Farmacia, pero no logró finalizar debido a los constantes cierres, tomas y problemas políticos que existían entre los estudiantes y las autoridades universitarias. Tres años más tarde, la UES sería el centro de pensamiento de la izquierda y el núcleo de la lucha contra gobiernos militares y autoritarios.
“Mi papá me tuvo que mandar a estudiar fuera del país hasta Southwestern, Lafayette en el estado de Louisiana, Estados Unidos, durante dos años. Me tocó estudiar muy duro el inglés para nivelarme”, señaló.
En 1950 regresó a El Salvador de vacaciones, pero el 30 de julio de 1950 contrajo matrimonio con el entonces novio, Ernesto Palomo Alcaine, un renombrado ingeniero de la época. “Me convenció de que no siguiera estudiando y de casarnos”, recordó. Tras su matrimonio y la llegada de cuatro hijas y un hijo, Gloria se quedó en casa y dedicó su tiempo a la familia que recién comenzaba a formar.
A pesar de todo, ella nunca dejó de estudiar y formarse. Todos los conocimientos que obtuvo durante su estancia en Estados Unidos le ayudaron a ser parte del grupo de docentes de Inglés, Español e Historia de la cultura en la Universidad Dr. José Matías Delgado en San Salvador. También enseñó idiomas dentro de las embajadas de Estados Unidos durante 20 años. Trabajó como relacionista pública en el consulado de Alemania durante siete años hasta que el conflicto armado le provocó la expulsión.
Su regreso a las aulas
Si había algo que entusiasmó a Gloria fue el regresar a las aulas. Hasta 1963 fue que se decidió a estudiar la licenciatura en Idiomas dentro de la UES. Comenta que escogió esa carrera por el conocimiento previo en las embajadas y en su estadía en Estados Unidos.
“Las mujeres éramos pocas, me acuerdo de haber contado 17 mujeres (dentro de las clases) en el primer año, pero solo nos graduamos cuatro personas, tres hombres y yo, la única mujer. Fue difícil en momentos difíciles y en 1968 tenía mi primer título universitario a los 41 años”, dijo con mucho orgullo.
20 años después Gloría recibió su segundo título universitario, esta vez como licenciada en Arqueología en la Universidad Tecnológica de El Salvador. Su afán por esta ciencia era motivado por sus ganas de conocer sobre las civilizaciones, sobre todo la cuscatleca. “Me asombran los hallazgos, no se me han terminado las ganas de conocer”, detalló.
La carrera no existió en el país sino hasta 1995 y la única que la impartía era la extinta Universidad San Jorge que a causa de una reforma de educación superior en 1997 no logró dar frutos. Fue la Tecnológica que decidió absorber a esta universidad y para 2000 graduó a su primera promoción de arqueólogos salvadoreños.
El 12 de diciembre de 1999 su esposo falleció y esto fue un impulso para ella seguir estudiando. Gloría se graduó en 2008 como profesional de la arqueología gracias a su trabajo de tesis titulada “Presencia del malacate en producción textil artesanal salvadoreño”. El malacate es una pieza de cerámica que se utilizaba para hilar en la época precolombina.
“Estudiar en la universidad a esa edad fue muy agradable porque me querían mucho (los compañeros de su clase) porque me pedían consejos, ya sea para las materias o para sus líos de vida. Me tenía que esforzar mucho porque era la mayor del curso. La creencia de ellos es que, por mi edad, ya sabía todo y no estaba aprendiendo. Me daba pena no saber algo”, explicó con gracia mientras lanzó una carcajada.
Títulos y honores
En la sala de su casa, Gloria acumula los títulos y galardones que obtuvo durante toda su historia entre ellos el diploma por ser miembro de la junta directiva del Ateneo de El Salvador por 21 años, institución de eruditos fundada en 1912 que se encarga de la promoción del arte y la cultura.
También ha sido miembro de la Asociación de Arqueología de El Salvador y presidenta del Colegio de Humanistas de El Salvador.
Además, es parte de la asociación Delta, Kappa Gamma, la cual se encarga de promover el crecimiento de mujeres educadoras; pertenece a la asociación de Señoras de Ingenieros Civiles desde 1995 y de la que actualmente es presidenta.
Al ver atrás y contar su historia, ella dice que se siente feliz por observar cómo muchas mujeres ahora tienen la posibilidad de estudiar y de llegar a la universidad, era algo que ella imaginaba ver desde que puso un pie en la UES. “Antes éramos pocas y las carreras eran para los hombres, pero demostramos que somos capaces y eso me pone muy contenta. Si se dieran más oportunidades tendríamos más mujeres científicas (como Marie Curie)”, concluyó.